Seis meses después, con miles de muertos a cuestas, millones de personas desplazadas, cientos de ciudades destruidas y billones de dólares gastados, la esperanza de que se acerque el fin de la guerra es mínima. Rusia y Ucrania están enfrascadas en un conflicto que no tiene, por ahora, perspectivas de solución y sin posibilidad de tregua.
“Tenemos que estar preparados porque esto podría durar mucho tiempo”, le contó un médico militar ucraniano a la AFP desde el frente sur.
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Rusia inició su “operación militar” el pasado 24 de febrero y esperaba una guerra relámpago. Su avance rápido hacia Kiev hacía pensar que tomaría la capital ucraniana en tiempo récord. El siguiente paso era destituir al presidente Volodymyr Zelensky y volver a poner en el cargo a un mandatario prorruso y antioccidental.
Sin embargo, la resistencia ucraniana sorprendió a propios y extraños. Zelensky se erigió como el líder de su país, dejó atrás el saco y corbata y envuelto en su traje de campaña ha eclipsado desde entonces a Vladimir Putin, mientras no ha cesado de reclamarle ayuda a los países occidentales para poder repeler los ataques rusos.
A mediados de abril, el presidente ruso viró su estrategia y decidió apostar por una guerra de desgaste, en la que ambos países siguen enfrascados. Rusia se ha concentrado en controlar el este de Ucrania, en la región del Donbás, donde están los separatistas prorrusos, mientras ha ido capturando ciudades en el sur, como Mariúpol.
Y recientemente, la península de Crimea, que Rusia se anexó en el 2014, fue blanco de bombardeos -supuestamente ucranianos- que destruyeron arsenales militares.
Guerra estancada
Medio año después, la guerra parece empantanada y con perspectivas de continuar así varios meses más.
“Sí, en este momento la guerra estaría estancada”, comenta a este Diario el analista internacional Roberto Heimovits.
“Por ahora, el objetivo primario de los rusos es conquistar el puerto de Odesa para dejar a Ucrania sin salida al mar, pero parece que aún no tienen la capacidad y superioridad material para lanzar una ofensiva más importante y solo están avanzando lentamente. Y del otro lado, los ucranianos están tratando de contraatacar en el noroeste de Crimea, pero no tienen aún suficientes armas”, añade.
“Empieza a haber una forma de equilibrio de fuerzas entre las dos partes, así que vamos a un conflicto que puede ser muy largo, que podría seguir en el 2023″, señala a la AFP Marie Dumoulin, del think-tank European Council on Foreign Relations.
¿A este paso podríamos llegar, entonces, al primer año de guerra?
“Yo creo que sí”, reflexiona Heimovits. “Putin está convencido que puede ir desgastando a las fuerzas armadas ucranianas por su superioridad de artillería, pero no se atreve a buscar un cese del fuego que podría hacerlo parecer débil. Él ha apostado todo su prestigio en Rusia a esta invasión, y los ucranianos no van a ceder y van a tratar de reconquistar el territorio perdido”, agrega.
Para el experto, ninguno de los dos países tiene incentivos suficientes para buscar una tregua. “Actualmente, los ucranianos tienen un montón de reclutas jóvenes, que aún son inexpertos, pero los están tratando de entrenar lo más rápido posible para que puedan servir en el frente y contraatacar”, explica Heimovits, quien incide que el envío de armas pesadas desde los países aliados es vital para cambiar el curso de la guerra.
Mientras tanto, los rusos se están quedando sin personal militar y están recurriendo a reclusos. Aunque no hay cifras oficiales, la OTAN ha calculado que unos 15 mil soldados rusos han perecido en el campo de batalla.
Crisis alimentaria
En medio de los bombardeos, el daño colateral sigue siendo inmenso, y no solo por todas las vidas perdidas. La economía mundial, que aún no se recupera de la pandemia, ha recibido un duro golpe pues tanto Ucrania como Rusia están entre los mayores países exportadores de granos y cereales, un alimento vital para el resto del planeta.
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Según el FMI, 3,2% sería el crecimiento de la economía mundial este año, frente al 6,1% del 2021.
Esto sumado a las duras sanciones occidentales hacia el Kremlin, pues se han restringido las estregas de gas y petróleo, pese a que los países europeos son los que más consumen el combustible ruso.
Sin embargo, las sanciones no han hecho el daño que se esperaba a la economía rusa. “Los ingresos procedentes de las exportaciones, y en particular de petróleo, gas, carbón y otras materias primas, no solo han aguantado, sino que han superado las expectativas”, señala a la AFP Chris Weafer, analista especializado en Rusia en la consultora Macro-Advisory.
A medida que se alejaba de Occidente, Putin supo fortalecer en los últimos años sus relaciones con China, la India y Turquía, mercados que no han dudado en recibir a mejor precio los productos rusos.
Así, medio año después, que además coincide con la independencia de Ucrania de la Unión Soviética, el presidente ruso también está apostando al cansancio de las potencias occidentales ante una guerra que no les está dando réditos y que, lamentablemente, dejó de ser una prioridad.
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