Mientras la invasión rusa de Ucrania entra en su cuarto mes, funcionarios de Kiev han expresado temores de que el espectro de la “fatiga de la guerra” pudiera erosionar la determinación de Occidente de ayudar al país a luchar contra la agresión de Moscú.
Estados Unidos y sus aliados han entregado miles de millones de dólares en armamento a Ucrania. Europa ha acogido a millones de personas desplazadas por la guerra. Y ha habido una unidad sin precedentes en la Europa posterior a la Segunda Guerra Mundial para imponer sanciones al presidente Vladimir Putin y a su país.
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Pero a medida que la conmoción por la invasión del 24 de febrero se va disipando, los analistas dicen que el Kremlin podría aprovechar la prolongación del conflicto y la posible disminución del interés de las potencias occidentales para presionar a Ucrania con el fin de que llegue a un acuerdo.
El presidente ucraniano Volodymyr Zelensky ya se ha mostrado irritado ante las sugerencias de Occidente de que acepte algún tipo de acuerdo. Ucrania, dijo, decidirá sus propias condiciones para la paz.
“El cansancio está creciendo, la gente quiere algún tipo de desenlace (que sea beneficioso) para ellos, y nosotros queremos (otro) desenlace para nosotros”, señaló.
Una propuesta de paz italiana fue rechazada, y el presidente francés Emmanuel Macron se topó con una airada reacción después de que se le citara diciendo que, aunque la invasión de Putin era un “error histórico”, las potencias mundiales no deberían “humillar a Rusia, de forma que cuando los combates concluyan, podamos construir una salida juntos a través de vías diplomáticas”. El ministro de Asuntos Exteriores ucraniano, Dmytro Kuleba, dijo que hablar así “sólo puede humillar a Francia y a cualquier otro país que lo pida”.
Incluso un comentario del exsecretario de Estado estadounidense Henry Kissinger de que Ucrania debería sopesar hacer concesiones territoriales provocó la réplica de Zelensky de que era equivalente a que las potencias europeas en 1938 dejaran que la Alemania nazi reclamara partes de Checoslovaquia para frenar la agresión de Adolf Hitler.
Kiev quiere expulsar a Rusia de las zonas recién capturadas en el este y el sur de Ucrania, y recuperar la península de Crimea —que Moscú se anexionó en 2014— y partes del Donbás que han estado bajo control de los separatistas respaldados por el Kremlin durante los últimos ocho años.
Cada mes de guerra le cuesta a Ucrania 5.000 millones de dólares, dijo Volodymyr Fesenko, analista político del centro de investigación Penta Center, y eso “hace que Kiev dependa de la posición consolidada de los países occidentales.”
Ucrania necesitará armamento aún más avanzado para asegurar la victoria, junto con la determinación occidental de mantener el dolor económico sobre Rusia para debilitar a Moscú.
“Es obvio que Rusia está decidida a desgastar a Occidente y ahora está construyendo su estrategia con base en la suposición de que los países occidentales se cansarán y comenzarán a cambiar gradualmente su retórica combativa por una más transigente”, explicó Fesenko en una entrevista con The Associated Press.
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