La invasión de Rusia a Ucrania, iniciada en febrero del 2022, trajo consigo una crisis global de materias primas. Desde el primer momento se vieron afectadas tanto las exportaciones de gas y petróleo ruso como las de cereales de ambos contrincantes, llevando a que los precios internacionales de combustibles y granos se dispararan.
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Ahora, por el contrario, la liberación de dichos productos -especialmente los granos- parece haber cumplido el efecto de una represa rota que pone en peligro la producción local de las naciones vecinas, muchas de ellas las principales aliadas de Ucrania.
LA CRISIS INICIAL
No es un dato menor recordar que durante la temporada 2020-2021, Rusia y Ucrania ocuparon el tercer y cuarto lugar de la lista de mayores exportadores de granos en el mundo, respectivamente. Para hacerse una idea más clara de su poder de producción, basta confirmar que los dos países combinados se encargaron del 22% de las exportaciones globales en dicho periodo.
Con la invasión ordenada por el Kremlin, los buques rusos se encargaron de bloquear los puertos ucranianos, anulando no solo el 98% de la capacidad exportadora del país, sino también dejando varadas a unas 100 naves extranjeras.
La situación dejó en el limbo a unas 20 millones de toneladas de trigo y maíz ucranianos, mientras que la ONU estimaba que los precios de los alimentos se incrementarían un 20,7% interanual a raíz de la guerra.
En dicho contexto, la Unión Europea comenzó a liderar los esfuerzos por solucionar la crisis. En junio del año pasado entró en vigor una decisión que eliminaba los aranceles y las tasas de exportaciones agrícolas a los productos ucranianos, con la intención de mantener a flote la golpeada economía de Kiev.
El plan pareció resultar, permitiéndole al gobierno ucraniano percibir unos 26 mil millones de dólares -solo mil millones menos que en el 2021- en dicho rubro desde entonces.
¿SOLUCIÓN O NUEVO PROBLEMA?
Menos de un año después, sin embargo, la presidenta de la Comisión Europea (CE), Ursula von der Leyen, ha tenido que reconocer en una carta que la decisión adoptada por el bloque para rescatar a Ucrania ha tenido “consecuencias no deseadas” y ha provocado un “aumento inesperado” de las importaciones.
El pronunciamiento de Von der Leyen llega luego de que la CE sostuviera una reunión de emergencia con los gobiernos de Polonia, Hungría, Eslovaquia, Bulgaria y Rumania.
Desde el último fin de semana, algunos de estos países de Europa del Este habían tomado diferentes medidas de veto para intentar frenar las exportaciones ucranianas.
El gobierno de Polonia, uno de los principales aliados de Ucrania durante la invasión rusa, anunció el sábado 15 que quedaban prohibidas las importaciones de cereales ucranianos a su territorio.
Ese mismo día el gobierno húngaro, encabezado por el ultranacionalista Viktor Orban, dictó una prohibición similar para salvaguardar el trabajo de los agricultores locales.
El lunes 17, Eslovaquia se sumó a la decisión de sus vecinos vetando cereales, azúcar, semillas, forraje seco, lúpulo, lino, cáñamo, fruta y verduras, productos procesados de fruta y vegetales, vino, alcohol etílico de origen agrícola, miel y productos de la abejas.
El miércoles 19, el Ejecutivo de Orban publicó un decreto en el que también prohibía la venta de harina, miel, vino, pan, carne y verduras procedentes de Ucrania hasta el próximo 30 de junio.
Casi en paralelo, el gobierno de Bulgaria dictaba una prohibición similar a los cereales ucranianos pese al ofrecimiento de Bruselas de una ayuda de 16 millones de euros.
Por el momento, Rumania es el único de este grupo de países que no ha promulgado un veto contra los productos ucranianos, pero los agricultores locales ya presionan al gobierno para que adopte una decisión similar.
En el país se ha lanzado un ultimátum para que se publique un veto que vaya del 15 de junio de 2023 al 15 de marzo de 2024, amenazando con iniciar protestas desde el 7 de junio si no hay avances en ese sentido.
Pero, ¿por qué consideran que los productos ucranianos amenazan el trabajo local? La respuesta corta es que existe una sobredemanda de dichos productos, apoyados en los relajamientos tributarios.
Así, los países de la UE vecinos a Ucrania verificaron un fuerte aumento en las llegadas de maíz, trigo o girasol, lo que provocó que los silos se saturaran debido a problemas logísticos y los precios locales se desplomaran.
BUSCANDO UNA SOLUCIÓN
La Comisión Europea tildó el domingo 16 de “inaceptables” las decisiones adoptadas por los países del este europeo, lo que llevó a un cruce de declaraciones principalmente entre Varsovia y Bruselas.
El viceministro polaco de Exteriores, Pawel Jablonski, respondió a comienzos de semana afirmando que “nos gustaría mucho que la UE hubiera reaccionado igual de rápido cuando Polonia, Rumanía, Hungría, Eslovaquia y Bulgaria enviaron una carta a la presidenta de la CE (Ursula von der Leyen) hace unas tres semanas pidiendo una intervención urgente”, reportó la agencia EFE.
Desde Bulgaria, mientras tanto, los agricultores locales rechazaron el ofrecimiento de un paquete de ayudas por 16 millones de euros ofrecido por Bruselas, cuando ellos estiman en 400 millones de euros las pérdidas directas causadas por esta crisis.
Situación similar se vivió en Rumania, donde la Federación para la Agricultura y la Cooperación calificó de “mísera” la oferta de 7 millones de euros por parte de la Comisión Europea.
Pese a estos, cruces, sin embargo, se han podido ver ciertas voluntades para normalizar la situación.
Hungría, por ejemplo, permitirá que los cereales ucranianos transiten por su territorio, pero advirtió que se pondrán en marcha procedimientos muy estrictos en los puestos fronterizos para garantizar su seguimiento electrónico.
Una reunión celebrada el martes 18 entre el jefe de gobierno polaco Mateusz Morawiecki y la viceprimera ministra ucraniana Julia Swiridenko llevó a que Varsovia levante el veto para el tránsito de cereales.
Durante la reunión entre Von der Leyen y los gobiernos del Este, además, se acordó que la Comisión envíe un paquete por 100 millones de euros para repartirse por las cinco naciones.
Sin embargo, esto no sería más que una pequeña curita para una herida que podría resultar más grande de lo esperado.
De hecho, desde Bruselas han admitido que el problema es más grave de lo que se había estimado en marzo y Von der Leyen ha instado a toda la comunidad del Viejo Continente a sumarse en los esfuerzos por una solución para salvaguardar a Ucrania.
Paradójicamente, los más afectados con esta crisis son, al mismo tiempo, los que suelen impulsar las medidas a favor de Kiev.
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