A medida que más y más países se apresuran a reducir su dependencia del gas y petróleo proveniente de Rusia como consecuencia de su invasión a Ucrania, pocos lugares están tan expuestos como la Unión Europea.
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La UE recibe aproximadamente 40% de su gas de Rusia. según cifras de la no gubernamental Federación Europea de Transporte y Medio Ambiente (T&E), esa dependencia cuesta unos US$118.000 millones diarios.
Pero con una rapidez que pocos pensaban posible, la UE acaba de plantear una estrategia que podría recortar su dependencia de esa fuente de energía en dos terceras partes en el lapso de un año.
El llamado plan REPowerEU -una medida conjunta de Europa para lograr energía más barata, segura y sustentable- tiene como objetivo desprenderse del consumo de combustibles fósiles rusos para 2030, aunque la acción inicial se concentrará sólo en el gas.
La hoja de ruta propone esencialmente encontrar suministros de gas alternativos en los próximos meses y mejorando la eficiencia del consumo energético mientras se redobla la búsqueda de fuentes de energía verde en el mediano y largo plazo.
“Es difícil, es realmente difícil”, expresó el vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans.
“Pero es posible, si estamos dispuestos a ir más lejos y más rápido que lo que hemos hecho antes”.
La nueva propuesta de la comisión contempla que los países de la UE estén legalmente obligados a tener niveles mínimos de gas almacenado.
El objetivo es tener existencias de gas al 90% de capacidad para el otoño, un incremento de 30% a lo que se encuentran ahora.
Se están llevando a cabo discusiones con actuales proveedores de gas incluyendo Noruega, Argelia y Azerbaiyán para aumentar el flujo.
El plan también prevé terminar la dependencia de todos los combustibles fósiles de Rusia “mucho antes” de 2030.
En el corto plazo, el gas podría provenir de Estados Unidos y África, aunque algunos países posiblemente necesitarían utilizar más carbón en los meses venideros.
La UE también propone una enorme intensificación de energías renovables, biogás e hidrógeno.
A pesar de que las emisiones de gas podrían aumentar en el corto plazo, la meta a largo plazo es una transición más rápida hacia fuentes sustentables.
Otro punto clave en los próximos meses será el incremento de importación de gas natural licuado (GNL) de proveedores como EE.UU., Qatar y Australia.
No obstante, tras el anuncio de los planes de Alemania de construir dos nuevas terminales de GNL para ampliar los suministros, algunos expertos están preocupados de que esto aumentaría la dependencia a largo plazo de combustibles fósiles.
“Creo que vivimos en un tiempo tan complicado, que hay mucha presión política en la toma de estas decisiones energéticas”, dijo la profesora Paula Kivimaa, del Instituto de Medio Ambiente de Finlandia y de la Universidad de Sussex, Inglaterra.
“Pero también debemos mirar más allá del próximo par de años. Si Alemania construye nueva infraestructura GNL, hay riesgo de que (el consumo de ese gas) quede establecido para el futuro próximo”.
Además de diversificar los suministros de gas, la comisión también cree que la dependencia de Rusia se irá reduciendo a medida que los proyectos de energía renovable pendientes empiecen a realizarse.
La UE indica que los países deberían utilizar los ingresos recaudados a través del programa de comercio de derechos de emisión (un plan de incentivos económicos para reducir gases contaminantes) que se han casi doblado desde 2020, para pagar por estas fuentes verdes de energía.
Sin embargo, en los próximos meses es probable que se necesitarán fuentes de energía más “sucias”, como el carbón.
“Hay cierta capacidad del sector energético de generar más electricidad con carbón y biocombustibles, y también hay unos productos eólicos y solares que están siendo montados”, explicó Carlos Torres Díaz, directora de investigación de mercados de gas y energía de la consultora Rystad Energy.
“Esta podría ser una manera de reducir parte del consumo de gas ya que el sector energético es el mayor consumidor de gas. Esto se podría lograr dentro de este año”.
Frans Timmermans reconoció que, para algunos países, tendría sentido cambiar a carbón a corto plazo, pero esto podría acarrear sus propios problemas. Europa importa 30% de su carbón de Rusia.
Los suministros alternativos de países como Sudáfrica y Colombia no están fácilmente disponibles.
El cambio al consumo de carbón también podría aumentar rápidamente las emisiones, una tendencia que ya está bien establecida.
“Ya hemos visto las emisiones de carbón incrementar en el último año, debido a un incremento de 18% en el uso de carbón para la generación de energía”, dijo Carlos Torres Días.
“Así que si esto continúa durante 2022, las emisiones seguirán subiendo, porque la generación de energía con carbón produce más o menos el doble de las emisiones que la generación con gas”.
El documento de la Comisión Europea también estipula que los proyectos de energía renovable deben acelerarse y señala que hay un gran potencial en los paneles de energía solar de techo.
Hasta 25% del consumo de energía eléctrica del bloque podría generarse con los paneles en casas, granjas y edificios comerciales, afirma la comisión.
Para reducir la dependencia del gas natural de cualquier fuente que sea, la comisión también está pidiendo un gran aumento de biogás, que se produce del desperdicio de alimentos y cultivos.
Con la inversión adicional en renovables, esto también podría conducir a un aumento significativo en hidrógeno verde que también puede producirse por métodos eólicos y solares.
La comisión ahora está pidiendo cuadruplicar el consumo de hidrógeno para 2030.
“Hubieran podido inclinarse hacia el hidrógeno verde a lo largo del próximo par de décadas, hasta 2050, ese tipo de escala de tiempo”, comentó Mike Foster, director ejecutivo de la asociación británica sin ánimo de lucro Energy and Utilities Alliance.
“En realidad, esta crisis llevó las cosas a un punto crítico, y probablemente vamos a ver decisiones hechas en los 2020 para adelantar todo por lo menos 10 años”.
Podría haber algunas voces discordantes cuando los líderes de la UE se reúnan en Versalles a finales de esta semana. Todos reconocerán que los cambios propuestos no serán baratos.
Los activistas indican que los gobiernos europeos deberán asegurar que los más pobres estén protegidos.
“En paralelo con la introducción de sanciones debe implementar un enorme paquete de apoyo para garantizar que estas no profundicen la continua crisis de pobreza energética de Europa y que nadie tenga que elegir entre calefacción y alimentación”, afirmó Mike Davis de Global Witness, una ONG que aboga por un completo embargo de petróleo y gas contra Rusia.
“La necesidad que todos tienen de poder calentar sus casas debe venir antes que las preocupaciones sobre el crecimiento económico”.
La Comisión Europea exhortará a los países miembros a poner en práctica medidas de salud y seguridad establecidas para proteger a los consumidores, incluyendo impuestos por beneficios extraordinarios percibidos por las compañías energéticas.
Sin embargo, mientras los más pobres podría recibir algún tipo de protección, en el corto plazo se sentirá el dolor de los precios más altos.
“No veo que haya una manera sencilla de proteger a los consumidores de los costos que implicarán toda esta transición”, concluyó Carlos Torres Díaz de Rystad.
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