Vesubio. Fútbol en las calles. Maradona. Y ropa tendida. Esta sería la mirada rápida de un turista en Nápoles, la tradicional ciudad del sur de Italia. Pero el alcalde intentó quitarle uno de sus sellos de identidad: la costumbre de colgar la ropa en los balcones. Un intento frustrado pues los napolitanos no tardaron en poner el grito en el cielo. La ropa se seguirá tendiendo en las calles, y con orgullo.
La historia empezó la semana pasada, cuando el diario “Il Corriere del Mezzogiorno” difundió el borrador de una ordenanza municipal sobre el decoro y la higiene que debía entrar en vigor desde el 1 de julio, cuando empieza la temporada turística.
Una de sus disposiciones incluía prohibir tender la ropa en los balcones y sacudir los manteles en la calle, además de otras medidas como prohibir la venta de alcohol en las madrugadas, lanzar globos de helio en fiestas y eventos, regar plantas en los balcones, el cese de la música desde la medianoche hasta las 8 de la mañana y desde las dos de la tarde hasta las cuatro de la tarde (hora de la siesta), jugar fútbol o andar en scooter en las Galerías Umberto y Príncipe.
Específicamente, el apartado E de la resolución señalaba: “Se prohíbe colgar o tender la ropa, los paños, las prendas y similares en el exterior de los lugares privados, así como en las ventanas, las terrazas y los balcones que dan a la vía pública cuando ello provoque goteos en la zona pública”.
La publicación trajo de inmediato una ola de indignación y comentarios que se apropiaron de los medios de comunicación y redes sociales. “El enfado ha sido monumental”, comenta a “The Washington Post” la periodista Anna Buj, corresponsal en Italia del diario “La Vanguardia”
Las críticas iban desde cómo la policía iba a regular y controlar que la gente no colgara su ropa en la calle, hasta la sorna de cómo iban a diferenciar de quién sería la ropa interior incautada. Otros señalaban que había cosas más importantes de las qué preocuparse en la ciudad, como el desempleo, la inseguridad o la mafia.
La polémica provocó que el alcalde de Nápoles, Gaetano Manfredi, diera marcha atrás. “En cuanto a las medidas relativas al Decoro Urbano, aunque necesarias para devolver un rostro digno a la ciudad dejada en total deterioro en los últimos años, no entran en este reglamento”, señaló la municipalidad en un comunicado.
El propio Manfredi tuvo que hablar al respecto: “La ropa colgada en los callejones representa un punto de representatividad de nuestra ciudad, no un punto de falta de decoro. Es obvio que debemos mantener siempre un límite entre nuestra tradición popular y el orden, pero no creo que esta ordenanza de colgar la ropa exista nunca. En las estrechas callejuelas de Nápoles, donde apenas entra el calor del sol, la ropa solo puede secarse de esta manera. Como queremos que nuestros ciudadanos sequen su ropa, creo que esta ordenanza nunca existirá”.
No es la primera polémica del alcalde. El año pasado ya había prohibido los fuegos artificiales y los petardos en Nochebuena para no saturar el servicio de emergencias de la ciudad.
En España
Las calles de Nápoles no son las únicas en Europa donde se estila colgar la ropa en las calles. También en varias ciudades de España, donde incluso la práctica ha sido prohibida. Es el caso de Madrid, Barcelona o Valencia, las tres ciudades más pobladas del país, donde los ayuntamientos han limitado esta tradición en sus normativas no solo por un factor estético sino para preservar el patrimonio arquitectónico y paisajístico.
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