Desde Gandhi, pasando por Mark Vito hasta Alexei Navalny. Las huelgas de hambre se configuran como una forma de protesta pacífica que, cuando son bien recibidas por la opinión pública, logran compartir un mensaje de forma contundente.
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Y ahora que el opositor ruso Alexei Navalny acaba de anunciar el fin de su huelga de hambre, aprovechamos para recordar a los que recurrieron a esta forma de manifestación no violenta para cambiar su entorno.
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IROM SHARMILA CHANU
El 2 de noviembre del 2000, una mujer de 39 años decidió dejar de comer. Se había enterado del asesinato de diez muchachos a manos de paramilitares y tenía que hacer algo al respecto.
Irom Sharmila Chanu vivía en Manipur, un estado de la India, que sufría en medio de conflictos armados internos entre el ejército, los paramilitares, la policía y “por lo menos 12 grupos insurgentes desde 1980”.
En ese contexto, el gobierno se valía de una ley de 1958 que otorgaba “poderes especiales” a las FF.AA. para luchar contra las fuerzas rebeldes, pero en el camino recurrían a constantes violaciones a los derechos humanos.
La activista también se oponía a ese reglamento, así que optó por protestar de esa manera. El Estado entendió que era un intento de suicidio, así que la encarceló. Jamás fue condenada.
En agosto del 2016, ella levantó su huelga de hambre. Amnistía Internacional recogió sus palabras:
“He estado ayunando los últimos 16 años. Aún no me ha servido de nada. Hoy pongo fin a mi ayuno. Quiero probar una campaña diferente. Me presentaré como candidata contra el ministro principal de Manipur en las próximas elecciones”.
MAHATMA GANDHI
El indio es quizás la persona más famosa en recurrir a este tipo de protesta. Según el portal de la Cadena Ser, “durante su vida hizo 17 huelgas de hambre por diferentes motivos”, siendo la del 8 de mayo de 1933 la de más duración.
El objetivo de esa protesta fue denunciar y oponerse a la ocupación británica y a las terribles condiciones en las que vivían los indios. “Era su huelga de hambre número 11, por lo que no se puede decir que resultara una novedad”, anota el medio.
Y agrega:
“Esta en concreto duró 21 días. Como muchas de las causas que abrazó, no tuvo un efecto inmediato en la sociedad, pero sí consiguió concientizar un poco a sus compatriotas”.
Seis ayunos más tarde, Gandhi fue asesinado.
GUILLERMO FARIÑAS
Fariñas es uno de los disidentes cubanos más conocidos. Nacido en Santa Clara en 1962, el periodista y psicólogo se opuso a Fidel y Raúl Castro, y su lucha en contra del régimen comunista de Cuba y sus abusos en contra de los contrarrevolucionarios todavía continúa.
Según el Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB), su primera huelga de hambre se sucedió en 1995, “tras ser condenado a tres años de privación de libertad” al ser acusado de causar problemas en un hospital.
“Sus muy publicitadas negativas a ingerir alimentos para reclamar derechos, como el del libre acceso a internet por los ciudadanos, y la excarcelación de presos que para el gobierno no eran más que ‘comunes’ se sucedieron en los años siguientes”, escribe el CIBOD.
El centro destaca los 135 días de ayuno que inició en febrero del 2010 a raíz de la muerte de Orlando Zapata, otro disidente que también optó por la huelga de hambre.
El resultado: 52 prisioneros fueron liberados.
Por esa y otras victorias, ese año, Fariñas recibió el premio Sájarov a la Libertad de Conciencia.
Sin embargo, no pudo salir de la isla para recoger el galardón del Parlamento Europeo.
Más tarde, Fariñas haría referencia a la silla vacía “que lo representó entonces” y dijo que ella era el “triste recuerdo” de que, en su país, “la ausencia de derechos humanos continúa siendo la necesidad social más urgente”.
EL CASO IRLANDÉS
“La huelga de hambre era una vieja tradición irlandesa, que data del siglo VIII”. Así lo anota “La Vanguardia”, que recuerda que la costumbre era, cuando había una queja en contra de alguien de alto rango, ir a la puerta de su casa y no retirarse hasta lograr un acuerdo.
Y del siglo XX se recuerda a Thomas Ashe, “uno de los líderes de la Insurrección de Pascua de 1916”, quien, al ser encarcelado, se fue a la huelga. Cinco días después, murió.
Más tarde, en 1920, fue el turno de Terence MacSwiney, quien falleció en la cárcel tras 74 días de ayuno.
Y hay más casos. “La Vanguardia” recuerda la huelga masiva de 1972, cuando varios presos del IRA (Ejército Republicano Irlandés Auténtico) de la cárcel de Long Kesh recurrieron a esa protesta para que el “gobierno conservador de Edward Heath” les diera ciertas prerrogativas.
Finalmente, lograron que se les concediera un estatus especial que “les permitía vestir su propia ropa, no hacer trabajo penitenciario, derecho a libre asociación en sus celdas, derechos de educación y reducciones de pena”.
Pero todo lo que se ganó, fue derogado cuatro años más tarde. La situación volvió a degenerar en una huelga de hambre, que, a su vez, terminó con varios muertos.
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