Una empresaria peruana había visto florecer su negocio de joyería en la ciudad italiana de Nápoles y codearse con los grupos sociales más exclusivos de la zona antes de desaparecer misteriosamente y sin dejar rastro alguno. Tiempo después, sin embargo, se descubriría que se trataba de una espía rusa que buscaba obtener información de una base cercana de la OTAN que se habría esfumado ante el temor de que se descubra su verdadera identidad.
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La investigación llevada a cabo por el portal británico Bellingcat, en colaboración con los diarios Der Spiegel de Alemania, La Reppublica de Italia y el medio de investigación ruso The Insider, reveló la impactante historia de Olga Kolobova.
NACIDA EN EL PERÚ
El 1 de septiembre de 1978 nació en el Callao Maria Adela Kuhfeldt Rivera. Hija de padre alemán y de madre peruana, llegó a Moscú en 1980 acompañando a su mamá para presenciar los Juegos Olímpicos celebrados dicho año en la capital rusa.
Una llamada de emergencia desde nuestro país, sin embargo, obligó a que la madre de María Adela regrese de inmediato, dejando a su hija al cuidado de una familia soviética con la que mantenía una amistad.
Su madre nunca regresó y María Adela se vio condenada a crecer en dicho hogar, donde aseguraba haber sido víctima de abusos por parte de sus padres adoptivos. Recibió sus documentos rusos en el 2006 y trabajó como una “especialista prominente” en la Universidad Estatal de Moscú al menos hasta el 2010.
Esta, al menos, era la historia que María Adela narraba a todas las personas que conocía.
La investigación periodística, iniciada a partir de filtraciones de llamadas realizadas por Andrey Averyanov, comandante de la unidad de operaciones clandestinas 29155 del Departamento Central de Inteligencia de Rusia (GRU) recibidas en el 2019, reveló que el intento de María Adela por obtener la nacionalidad peruana en el 2005 puso en riesgo su verdadera identidad.
Bellingcat tuvo acceso a documentos de la Reniec que recopilan el proceso iniciado por María Adela Kuhfeldt Rivera y sus abogados el 8 de agosto en la oficina registral de Independencia para obtener la nacionalidad peruana. El informe precisa que el funcionario a cargo del proceso solicitó información extra luego de recibir el certificado de nacimiento por sospechas sobre su veracidad.
El 19 de agosto, los abogados de la mujer presentaron un supuesto certificado de bautizo celebrado el 14 de septiembre de 1978 en la parroquia Cristo Liberador del Callao; sin embargo, tal como menciona Bellingcat se descubrió que era falso pues dicha institución entró en funcionamiento nueve años más tarde, en 1987, según pudo asegurar el propio fundador del templo, el reverendo José Enrique Herrera Quiroga.
La investigación señala que el 22 de diciembre del 2006, la entonces ministra de Justicia, María Zavala Valladares, informó al Congreso de la República sobre el intento de identificación fraudulenta de tres personas, incluida María Adela.
Documentos del Ministerio de Justicia dan cuenta sobre dicha sesión parlamentaria.
UNA PRÓSPERA EMPRESARIA
Pese al fracaso en su intento por obtener los documentos peruanos, María Adela continuó con su estafa. Bellingcat pudo conversar con personas cercanas a la mujer que detallaron cómo fue forjando una carrera dentro del mundo de la joyería hasta alcanzar posicionarse muy cerca de una base de la OTAN en Italia.
La investigación detalla que la mujer vivió en Malta y Roma entre el 2009 y el 2011, periodo durante el que tomó clases en gemología antes de trasladarse al Reino Unido y posteriormente asentarse en París.
Fue en Francia donde María Adela creó su empresa, la joyería Serein. En el 2012 se casó con un hombre que decía ser italiano pero que realmente había nacido en Moscú y poseía las nacionalidades ecuatoriana y rusa. Un año más tarde, el hombre moriría en Moscú a los 30 años por “doble neumonía y lupus”, según registros médicos a los que tuvieron acceso los medios a cargo de la investigación.
Aún en el 2013, María Adela se trasladó a Nápoles donde abrió otra joyería, también llamada Serein. En el 2015, la mujer se trasladó al exclusivo distrito de Posilipo, según registros de la policía napolitana obtenidos por La Reppublica como parte de esta investigación.
Fue entonces cuando la labor de espionaje de María Adela se volvió más proactiva, relacionándose con diferentes grupos de la alta sociedad napolitana y convirtiéndose en secretaria del exclusivo Club de Leones Napoli Monte Nuovo.
Esta organización fue fundada por oficiales de la OTAN que estaban designados a la base de la Alianza Transatlántica de dicha ciudad. Esto permitió que María Adela pudiera relacionarse con diversos funcionarios estadounidenses, belgas, italianos y alemanes destacados en dicha base militar, llegando incluso a mantener relaciones sentimentales con algunos de ellos.
Sin embargo, María Adela no consiguió convencer a todos en la base.
“La coronel Shelia Bryant, entonces inspectora general de las Fuerzas Navales de EE. UU. en Europa y África, encontró la historia de fondo de María Adela confusa y poco convincente, además su fuente de ingresos era difícil de explicar”, explica Bellingcat en su investigación.
DESAPARICIÓN REPENTINA
Durante estos años, María Adela realizó diversos viajes por el mundo. Uno de los destinos más llamativos fue Bahrein, donde en el 2014 incluso conoció al príncipe y entonces primer ministro Khalifa bin Salman Al Khalifa.
Pero en el 2018, María Adela realizaría un viaje extraño, que la haría desaparecer repentinamente de la agitada vida pública que mantenía.
Dos meses más tarde, la mujer realizaría una publicación en su Facebook donde sugería haber sufrido algún tipo de cáncer y se podía intuir que se encontraba en recuperación tras las sesiones de quimioterapia, según la investigación periodística.
No sería hasta finales del 2021 que las primeras luces sobre la verdadera identidad de María Adela comenzarían a caer. Las filtraciones recibidas por Bellingcat y los medios antes mencionados les permitieron revelar que Rusia había desplegado a una serie de espías a lo largo de Europa durante la última década.
Todo el trabajo investigativo, además, surgió en el 2018 luego de que el exespía ruso Sergéi Skripal y su hija Yulia fueron envenenados mientras se encontraban en un café de la localidad británica de Salisbury.
Los avances de la investigación revelaron que los espías de la GRU utilizaban pasaportes cuyos números eran casi idénticos, variando apenas en unas pocas cifras.
Los pasaportes encontrados a nombre de María Adela seguían este mismo patrón.
Las dudas crecieron aún más cuando los periodistas a cargo de la investigación comenzaron a indagar en los domicilios registrados a nombre de María Adela en Moscú. Nadie la había visto. Indagaciones en las bases de datos, además, no arrojaban mayor información sobre la mujer. Y, finalmente, búsquedas de su rostro mediante softwares de reconocimiento no brindaron mayor información sobre ella.
Fue, finalmente, un par de viejas fotografías las que le permitieron a los investigadores dar con la verdadera identidad de la mujer. Las imágenes coincidieron con las del pasaporte emitido a nombre de Olga Kolobova, nacida en Rusia en 1982 y de quien no se tuvo registros hasta el 2018, más allá del registro de una compañía de licores a su nombre en el 2005.
El incansable trabajo investigativo llevó a descubrir que Kolobova era hija de un coronel ruso que había sido condecorado con diversas medallas “por sus servicios a la patria en Angola, Irak y Siria”. Una fotografía tomada en el 2021 para obtener su licencia de conducir y que fue filtrada a los investigadores por una fuente confidencial les permitió confirmar mediante softwares de identificación facial que María Adela y Olga Kolobova eran la misma persona.
La investigación resalta que se desconoce si las misiones de María Adela pueden ser consideradas un éxito o un fracaso, pero sin duda tuvo acceso a círculos de interés para la Inteligencia rusa.
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