Guillermo Lasso, exbanquero de 65 años, se ha embarcado en su tercer y último intento por llegar a la Presidencia de Ecuador con la propuesta de lograr un crecimiento económico con justicia social, en un país golpeado por una crisis financiera agudizada por la pandemia de la covid-19.
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Líder del movimiento centroderechista Creando Oportunidades (CREO), sostiene que los esquemas de izquierda y derecha “han perdido vigencia globalmente”, pero llegó a estas elecciones aliado con el derechista Partido Social Cristiano.
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Lasso pasó a la segunda vuelta al obtener 19,74 % de los votos en los comicios del 7 de febrero, en los que el candidato correísta Andrés Arauz -con el que se disputa el balotaje- logró el 32,72 %.
Con dos derrotas en las presidenciales de 2013 y 2017, el político conservador asegura haber tomado nota de las necesidades del pueblo, y dice que esta será su última intentona por razones de edad.
Medio siglo de experiencia
Nacido en Guayaquil en el seno de una familia de clase media, este accionista del Banco de Guayaquil dice comprender las angustias de la pobreza pues también sufrió escasez en su juventud, cuando debió trabajar para apoyar a sus padres y pagar sus estudios.
Y aunque no concluyó la universidad, realizó un diplomado en Administración de Empresas en el Instituto de Desarrollo Empresarial y, en 2011, la Universidad de las Américas de Ecuador le concedió el título de Doctor Honoris Causa.
De hablar sereno, es amigo personal de personajes como José María Aznar o Mario Vargas Llosa, y acumula una experiencia de medio siglo tanto en el sector privado como en el público.
En 1989 fue presidente ejecutivo de Banco Guayaquil, donde fundó en 2008 el Banco del Barrio, reconocido por el BID como el mayor proyecto de Bancarización de América Latina.
En 2012 renunció a la dirección del Banco, del que sigue siendo uno de sus principales accionistas, para dedicarse a la política, aunque su pasado como banquero ha sido siempre arma de doble filo en manos de sus detractores.
Sus adversarios le recuerdan que en 1999 fue “superministro” de Economía de Jamil Mahuad, quien instauró la dolarización tras la peor crisis financiera del país, y que tuvo consecuencias devastadoras a nivel económico, político y social.
Pero él aclara que, por diferencias con Mahuad, ocupó el cargo sólo un mes y que el Banco de Guayaquil fue responsable con sus clientes y no sucumbió a la crisis.
“Le han atacado por ser banquero a pesar de ser honesto. Le han han dicho no ser carismático, cuando su vida es un ejemplo de carácter”, reclama una de sus propagandas.
En su paso por la vida pública, Lasso fue también gobernador de la provincia de Guayas entre 1998 y 1999.
Campañas presidenciales
Con la fundación del movimiento CREO, en 2012, Lasso inició su andadura hacia el palacio de Carondelet, sede del Ejecutivo, pero en los comicios de 2013 perdió ante Rafael Correa, que arrasó en primera vuelta.
En la segunda vuelta de 2017, en medio de denuncias de fraude, perdió por 2,3 puntos porcentuales ante Lenín Moreno, que se presentaba como heredero de Correa (2007-2017) pero con el que poco después se enemistó.
“Durante más de diez años me he preparado para ser presidente del Ecuador. Empecé viajando por todo el país, conversando con la gente, conociendo sus problemas, sus necesidades. Luego impulsé un tanque de pensamiento, ‘Ecuador Libre’, para estudiar soluciones a esos problemas sociales”, asegura Lasso sobre su mayor preparación para estas elecciones.
Y sostiene que las comicios del 11 de abril “son de una importancia enorme” pues “la situación económica del país es tan grave que no hay tiempo para improvisar, como ha sucedido tantas veces en el pasado”.
Ecuador arrastra una deuda de casi 70.000 millones de dólares que dificultarán la labor del próximo presidente, y las consecuencias de la pandemia incluyen alto desempleo, pobreza y un alicaído sector privado.
Por ello, apela a su experiencia profesional y ofrece dejar atrás el llamado “Socialismo del Siglo XXI” de Correa y Arauz.
“Quiero ser presidente para profundizar un cambio que nos permita mirar al mundo sin miedos ni complejos, porque allí está nuestra oportunidad para crecer”, asegura este candidato, enemigo de las confrontaciones y abierto al escrutinio público.
Arduo defensor de la economía de mercado, casa adentro quiere gobernar con un aparato estatal optimizado y dinamizar el sector privado, mientras en su política exterior aboga por una apertura sin sesgos ideológicos y una relación especial con EEUU, principal socio comercial de su país.
Conservador
Último de once hermanos, Lasso está casado, tiene cinco hijos y siete nietos.
Católico en sus creencias religiosas, se opone al aborto y aunque dice respetar las uniones entre personas del mismo sexo, no las considera un “matrimonio”.
Quiere ser presidente para “crear oportunidades de empredimiento y empleo” pero -dice- “jamás” actuará como “rector de la moral” de los ecuatorianos.
Menos sensible a la crítica que en proselitismos pasados, para él los últimos once años han sido un camino lleno de desafíos, pero dice sentirse preparado “para transformar a Ecuador en una tierra de oportunidades”.
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