Un día después de que el huracán Otis tocase tierra en Acapulco y provocase inundaciones, masivos destrozos y saqueos, las autoridades informaron el jueves que en la ciudad turística de casi un millón de habitantes fallecieron 27 personas y cuatro permanecen desaparecidas.
Así lo indicó la secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez, al presentar un balance de los graves daños en la infraestructura hotelera, vial, del servicio eléctrico y las comunicaciones que ocasionó el paso del huracán por el estado sureño de Guerrero, y en particular por Acapulco.
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Muchos de los otrora elegantes hoteles al pie de la playa parecían gigantes desdentados un día después de que el huracán de categoría 5 reventara cientos —sino miles— de ventanas.
La frustración hacia las autoridades parecía generalizada. Aunque se movilizaron unos 10.000 soldados a la zona, no contaban con las herramientas para limpiar las toneladas de lodo y los árboles caídos de las calles. Cientos de camiones de la empresa eléctrica gubernamental llegaron a Acapulco a primera hora del miércoles, pero no sabían cómo restablecer el servicio mientras las líneas caídas estaban bajo metros de barro y agua.
Jakob Sauczuk se alojaba con un grupo de amigos en un hotel frente al mar cuando llegó Otis. “Nos tumbamos en el piso y algunos entre las camas... Rezamos mucho”, relató.
Uno de sus amigos mostró a los reporteros imágenes de las azotadas habitaciones del hotel, que no tenían ventanas. Parecía como si alguien hubiese puesto la ropa, las camas y los muebles en una batidora, dejando un destrozo generalizado.
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Sauczuk se quejó de que el hotel no les había hecho advertencia alguna ni un lugar en el que refugiarse.
Pablo Navarro, un trabajador automotriz que estaba alojado temporalmente en un hotel de primera línea, pensó que iba a morir en su cuarto en el piso 13.
“Yo me refugié en el baño y afortunadamente la puerta aguantó”, relató. “Pero había cuartos donde el viento tumbó las ventanas y la puerta”.
Navarro se quedó el miércoles en el exterior de una tienda de comestibles y artículos para el hogar cerca de la zona hotelera mientras cientos de personas sacaban del enlodado establecimiento desde papel higiénico a televisores de pantalla plana, esforzándose para empujar los carros metálicos cargados por las calles embarradas.
“Aquí está fuera de control”, agregó.
“Fue muy desastroso... no tiene precedentes”, dijo López Obrador en su conferencia matutina desde el palacio presidencial al lamentar las víctimas y la devastación que dejó Otis, que arrasó con el 80% de la infraestructura hotelera de la ciudad turística, cientos de comercios y calles y avenidas.
El gobernante informó que entre las víctimas fatales hay un militar que murió al caerle un muro encima y detalló que entre los desaparecidos hay miembros de la Armada.
López Obrador dijo que aún persiste la suspensión del servicio telefónico y que se está trabajando para habilitar las pistas de los aeropuertos civil y militar de Acapulco donde se establecerá un puente aéreo para el traslado del personal y de los insumos y alimentos que precisó que serán manejados directamente por los militares.
El mandatario, de 69 años, se trasladó el miércoles vía terrestre hacia Acapulco para supervisar personalmente los daños ocasionados por el huracán.
Isabel de la Cruz, una residente en Acapulco, trataba de avanzar con un carrito cargado de pañales, fideos instantáneos y papel de baño para ayudar a su familia tras perder el techo de hojalata de su casa y toda la documentación importante en el huracán.
“¿Cuándo las autoridades van a voltear a ver al pueblo?”, dijo.
Dentro de un establecimiento, los efectivos de la Guardia Nacional permitían que los saqueadores tomaran artículos perecederos como alimentos, pero hacían esfuerzos inútiles por impedir que se llevasen electrodomésticos, mientras en el exterior algunos cargaban refrigeradores sobre taxis.
Las autoridades tardaron casi todo el miércoles en reabrir parcialmente la principal carretera que conecta Acapulco con la capital del estado, Chilpancingo, y la Ciudad de México. Esto permitió la llegada de docenas de vehículos de emergencias, personal y camiones con suministros.
Pese a las quejas y la frustración que impera entre los pobladores, el presidente Andrés Manuel López Obrador afirmó el jueves que las autoridades estaban trabajando aceleradamente para restablecer el servicio eléctrico, que aún permanece suspendido en buena parte de la zona afectada por el huracán, y destacó como un logro muy importante la recuperación del acceso en la principal autopista de Acapulco.
La empresa estatal eléctrica informó el miércoles que unos 500.000 usuarios quedaron sin electricidad y que habían recuperado el servicio sólo el 40% de los clientes.
Acapulco Diamante, una zona sobre la playa repleta de hoteles, restaurantes y otras atracciones turísticas parecía sumergida casi por completo en imágenes grabadas por drones y publicadas en internet por Foro TV el miércoles por la tarde, con avenidas y puentes totalmente ocultos bajo un enorme lago de agua marrón.
Los edificios grandes tenían las paredes y los tejados total o parcialmente arrancados. Paneles solares desprendidos, automóviles y escombros cubrían el vestíbulo de un hotel especialmente afectado. La gente caminaba con el agua a la cintura en algunas zonas, mientras que en otras los soldados sacaban las hojas de palma caídas y los escombros del pavimento.
Alicia Galindo, una estilista de 28 años de San Luis Potosí, en el centro del país, fue una de las afortunadas que recibió una llamada. Sus padres y su hermano se alojaban en el Hotel Princess para asistir a una conferencia internacional sobre minería cuando Otis tocó tierra en la madrugada del miércoles con vientos de 270 kilómetros por hora (165 millas por hora).
Le contaron que la peor parte había sido entre la 1 y las 3 de la madrugada, cuando “empezaron a caerse las ventanas, romperse pisos, volar colchones, se cayeron puertas, se rompieron paredes, quedaron así al vacío, literal”, relató en una entrevista telefónica con The Associated Press. Por suerte, salieron ilesos, añadió.
Pero Galindo seguía sin saber nada de su novio, quien asistía a la misma conferencia pero se hospedaba en otro hotel.
Otis tomó a muchos por sorpresa el martes cuando pasó rápidamente de tormenta tropical a huracán de máxima categoría en su avance hacia la costa.
“Una cosa es que un huracán categoría 5 toque tierra cuando esperas un ciclón fuerte, pero que ocurra cuando no esperas que sea grave, es una pesadilla”, dijo Brian McNoldy, investigador de huracanes de la Universidad de Miami.
Acapulco está al pie de escarpadas montañas donde conviven casas de lujo y vecindarios muy pobres con impresionantes vistas al Pacífico. En una época fue destino de estrellas de Hollywood por su vida nocturna, la pesca deportiva y los espectáculos de clavados en sus acantilados, pero en los últimos años ha sido tomada por el crimen organizado, lo que llevó a muchos de los turistas extranjeros a las aguas caribeñas de Cancún y la Riviera Maya o a playas más al sur en el estado de Oaxaca.
López Obrador recordó que Otis fue un huracán más potente que Paulina, que arrasó partes de Acapulco en 1997 y dejó más de 300 muertos.
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