Los equipos de rescate turcos han liberado este sábado a un bebé de dos meses, 128 horas después de los devastadores terremotos del pasado lunes que han dejado ya más de 21.000 muertos sólo en Turquía.
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El bebé fue rescatado de un edificio que se había derrumbado por los temblores en la provincia de Hatay. No es el único rescate que se ha producido en las últimas horas pese a que las posibilidades de encontrar a más supervivientes se desvanecen.
Un joven de 13 años también fue liberado de las ruinas de su edificio en Hatay después de pasar también 128 horas bajo los cascotes, según informó la agencia Anadolu.
En la ciudad de Nurdag, en la provincia de Gaziantep, los equipos de salvamento lograron rescatar con vida a los cinco miembros de una familia que habían pasado 129 horas sepultados por las ruinas.
Los especialistas rescataron primero a la madre y a una de las hijas y después localizaron al padre, que insistió en que liberasen primero a otras dos hijas atrapadas cerca.
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Después de horas de trabajo todos pudieron ser liberados y fueron hospitalizados para hacerles pruebas médicas, según la televisión TRT.
El número de fallecidos sólo en Turquía por los devastadores terremotos del lunes ascienden ya a 21.043, según los últimos datos difundidos por el presidente, Recep Tayyip Erdogan.
En la zona afectada en suelo turco vivían más de 13 millones de personas en diez provincias y se teme que decenas de miles de víctimas sigan bajo los escombros.
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Entre los supervivientes la situación es muy complicada: alrededor de un millón de personas se han quedado sin hogar -según datos oficiales- en una amplia zona del sureste de Turquía que abarca diez provincias y que es mayor que la superficie de un país como Portugal.
A la falta de vivienda se unen las dificultades con los servicios más básicos de agua, electricidad y calefacción. Muchos hospitales han resultado dañados y los que siguen funcionando están al límite por el alto número de heridos. También existen problemas con internet y con la comunicación telefónica.
Algunos médicos han alertado ya del riesgo de epidemias si las condiciones de salubridad no mejoran y si la población no tiene acceso a agua, a productos de higiene y a atención médica básica para hacer frente a ciertas enfermedades infecciosas.
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