Hace exactamente 20 años, la paradisiaca isla de Bali se convirtió en un verdadero infierno luego de que una serie de ataques terroristas con bomba tuvieran lugar en la isla que forma parte del extenso archipiélago indonesio.
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En total, 202 personas perecieron y otras 200 resultaron heridas producto de los ataques. La policía calificó a la tragedia como el “peor acto de terrorismo en la historia del país” hasta entonces.
Debido a que Bali es un importante centro turístico del sudeste asiático, muchas de las víctimas eran extranjeras. En total, fallecieron personas de 21 nacionalidades distintas aquella noche.
La mayoría de ellas eran australianas, por lo que este miércoles el gobierno del gigante oceánico rindió un sentido homenaje en su honor.
“Esos actos de maldad y de depravación calculada robaron al mundo 202 vidas, incluyendo 88 australianos. Veinte años después el dolor no disminuye”, dijo en un discurso el primer ministro australiano, Anthony Albanese.
NOCHE DE TERROR
Poco antes de la medianoche del 12 de octubre del 2002, dos explosiones acabaron con la alegría que reinaba en la isla de Bali.
El primer estallido se escuchó en el bar Paddys, luego de que un terrorista detonara los explosivos que llevaba en su mochila. Quince segundos después, una camioneta estacionada afuera de la discoteca Sari Club también explotaría, destruyendo el local y causando daños en las estructuras cercanas.
Ambos lugares estaban ubicados en la localidad de Kuta, corazón turístico de la isla.
Casi al mismo tiempo, una tercera explosión se registró cerca del consulado estadounidense, ubicado en Denpasar, capital de Bali.
Mientras los cuerpos de emergencias luchaban por rescatar a los heridos y trasladarlos al precario hospital de Sanglash, la policía consiguió capturar a unas 30 personas relacionadas a los ataques.
Las investigaciones posteriores revelarían que los ataques coordinados habían sido responsabilidad de Yemma Islamiya, un grupo terrorista islámico vinculado con Al Qaeda y que extendía sus operaciones por el sudeste asiático.
Yemma Islamiya, creado en 1995, pretendía establecer un califato islámico que abarque los territorios de Indonesia, Malasia, Singapur, Tailandia y Filipinas.
Un audio difundido una semana después de los ataques por el canal árabe Al Jazeera reveló un supuesto mensaje enviado por Osama bin Laden en la que explicaba que los atentados de Bali eran una respuesta a la guerra contra el terror emprendida por Estados Unidos tras el 11 de septiembre y buscaba “castigar” principalmente a Australia por su apoyo a dicha campaña.
DESTINO DE LOS RESPONSABLES
Al determinar la autoría de Yemma Islamiya en el atentado, la policía indonesa empezó la búsqueda de Abu Bakar Bashir, un clérigo radical considerado líder espiritual del grupo terrorista y supuesto autor intelectual de los ataques.
Pese a que una semana después Bashir ofreció una conferencia de prensa en la que rechazaba cualquier vínculo con los ataques terroristas de Bali, fue encarcelado en el 2005 por este caso. Logró ser liberado tras apelar a su sentencia, pero 6 años más tarde, en el 2011, volvió a ser enviado a prisión por estar vinculado a los campos de entrenamiento de terroristas en la provincia indonesia de Aceh.
Bashir fue condenado a 15 años de cárcel ese mismo año, pero tras una serie de beneficios fue liberado en enero del 2021, a los 82 años. Su liberación generó la protesta del Gobierno Australiano y los sobrevivientes a los atentados de Bali.
Diferente destino tuvieron otros tres responsables de los ataques. En el 2002, las autoridades de Indonesia consiguieron arrestar a Ali Amrozi, Imam Samudra y Ali Gufron, considerados los principales responsables de la masacre. Al año siguiente fueron condenados a muerte por este caso y ejecutados en noviembre del 2008.
En el enero del 2011, las autoridades pakistaníes detuvieron a Umar Patek, miembro de la Jemaah Islamiya. Ese mismo año fue extraditado a Indonesia, donde se le condenó en el 2012 a una pena de 20 años de prisión por los atentados de Bali y otros ataques terroristas registrados en el país.
En diciembre del 2020, un mes antes de la liberación de Bashir, la policía indonesia consiguió detener a Aris Sumarsono, alias Zulkarnaen, quien había pasado los últimos 18 años prófugo de la justicia y era considerado el jefe militar de Jemaah Islamiya al momento de los atentados de Bali y Yakarta, registrado en el 2003.
En enero de este año, Zulkarnaen fue condenado a 15 años de prisión.
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