Pagar cualquier cosa en Venezuela implica un proceso engorroso para el que no hay manual, pero asumido con normalidad: se usa el dólar por encima del destruido bolívar local, la escasez de efectivo es crónica y falta cambio.
En una gasolinera, en un supermercado, en un restaurante, en una tienda cualquiera, la pregunta ‘¿cómo va a pagar?’ provoca escalofríos en los consumidores. Más de uno ha tenido que dejar su compra en la caja porque no pudo concretar el pago por una u otra razón.
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A continuación, tres claves para pagar en este país con la inflación más alta del mundo.
1.- ¿Tiene bolívares? Para el bus
Ser millonario en bolívares no se traduce en riqueza: 4.000 billetes de 1 millón de bolívares (difíciles de conseguir) no completan 1.000 dólares, por ejemplo.
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La moneda venezolana prácticamente perdió la totalidad de su valor y poder de compra entre hiperinflación y depreciación constante. Solo en lo que va de 2021 se ha depreciado casi 73%.
A partir de este viernes entra en un proceso de reconversión en el que se le eliminan seis ceros: un millón de bolívares pasarán a ser un nuevo bolívar.
Los precios son tan volátiles que es más común ver etiquetas con precios en dólares estadounidenses, la moneda que de facto impera en este país que transita su octavo año en recesión.
La inmensa mayoría de las transacciones en bolívares se hacen por tarjeta de débito o transferencia bancaria. El efectivo, que quedó prácticamente restringido al transporte público, es un dolor de cabeza, pues es muy escaso y solo se puede retirar en un banco haciendo largas filas.
Hay quien para algo tan básico como dar una propina a un “parquero” (valet) de un restaurante, tiene que pagar con débito en el local. En vez de un billete, se le entrega el comprobante del datófono.
Con la reconversión vendrán nuevos billetes, aunque el gobierno ha advertido que la meta es que la economía sea 100% digital, lo que expertos leen como una excusa para imprimir poco dinero, susceptible de perder con rapidez su valor.
2.- ¿Tiene dólares? No hay vuelto
El 70% de las operaciones en Venezuela se hacen en dólares, según estimaciones privadas. Muchas veces el bolívar sirve como complemento.
Una escena típica en un supermercado: si el total es 90.919.608,75 bolívares, el cajero saca una tabla hecha a mano con equivalencias entre bolívares y dólares y dice algo como: “Le da 20 dólares más una diferencia”, 2,50 dólares que se pueden pagar al cambio en bolívares con tarjeta de débito.
Que el cliente entregue 25 dólares no es opción porque casi no hay billetes estadounidenses de baja denominación para dar cambio, mucho menos monedas de centavos.
Algunos clientes pagan con Zelle, una plataforma de bancos estadounidenses, por su teléfono celular. Otros transfieren desde cuentas en Panamá, más fáciles de abrir desde Venezuela.
Ciertos comercios incluso han actualizado sus sistemas para detectar automáticamente las transferencias desde el exterior.
Otra opción son las tarjetas internacionales de débito o crédito, que eran poco usadas en el pasado, sobre todo las de Estados Unidos, por el temor de los consumidores a que sus cuentas fueran bloqueadas por las sanciones de Washington contra el gobierno de Nicolás Maduro.
3.- ¿Tiene ‘cash’? No es garantía
El estado de los billetes también es un dolor de cabeza.
Unos comerciantes tienen máquinas para detectar billetes falsos, otros los verifican manualmente. Una mancha, una pequeña rotura o que simplemente estén “muy viejos” puede ser un motivo para no aceptarlos.
“¿No tiene otro?”, le preguntan al cliente, que corre el riesgo de salir de la tienda con las manos vacías.
El vuelto en dólares es una excepción, así que es normal pedir a los consumidores tomar productos que inicialmente no iban a comprar para completar un número redondo que puedan cubrir con un billete.
En regiones fronterizas, aunque el dólar impera, es común ver transacciones con pesos colombianos, reales brasileños y hasta gramos de oro.
El euro es menos usado y su valor suele ser puesto a la par del dólar, aunque en realidad sea mayor.
En este escenario las criptomonedas comienzan a hacer su camino. Así, Venezuela ocupó el séptimo lugar en un índice de la firma Chainalysis que midió su uso por país en 2021.
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