Lo que muchos temían se produjo. El presidente Ollanta Humala designó al más confrontacional de sus ministros. El menos aceptado por parte de la oposición y el que podría conducir a la negación de un voto de confianza y, en consecuencia, la posibilidad de que el mandatario disuelva el Parlamento y convoque a elecciones.
Sin embargo, no es un camino inexorable. Es cierto que Pedro Cateriano puede ser un pirómano desde el gobierno. Es cierto también que su antiaprismo y antifujimorismo no cambiarán por el hecho de pasar del Ministerio de Defensa a la Presidencia del Consejo de Ministros.
Pero Cateriano reporta confianza, experiencia y continuidad al gobierno. Forma parte del entorno más próximo del presidente. Y no es que carezca de juego propio, sino que coincide totalmente con el nacionalismo. Ninguno como él, con experiencia política en el Gabinete Ministerial. Los técnicos, que los ha habido y buenos en los gabinetes, han demostrado ser muy vulnerables, justamente por su inexperiencia. Cateriano ha sido congresista y tiene vínculos con las élites partidarias. Es decir, probará su destreza al intentar ganar a aquellas bancadas intermedias y congresistas que se sumaron a la censura, sin someterse a la oposición más firme. Finalmente, como cualquier gobierno, el de Humala ya no podrá emprender ninguna reforma, pero quiere continuar con sus políticas (sobre todo sociales) y terminar con una aprobación mayor. Cateriano y la ratificación de la mayoría de sus ministros así lo indican.
Pero Cateriano y su Gabinete deben primero obtener un voto de confianza del Congreso o, de lo contrario, el presidente puede disolver el Parlamento.
Pero ambos hechos no van siempre de la mano. Para que el apocalipsis, que algunos temen, ocurra, deben darse al menos dos condiciones necesarias. La primera, que Cateriano se presente con una actitud desafiante y agresiva. La segunda, que la oposición se mantenga unida, como en la censura.
Pero puede que Cateriano se presente (riesgosamente) agresivo solo con el fujimorismo y aprismo y tienda puentes a las bancadas intermedias. Puede que lo sea con toda la oposición, pero esta le otorgue un voto de confianza ahora y espere hasta después de Fiestas Patrias para censurar al Gabinete, pues el presidente Humala ya no podrá disolver el Congreso, por encontrarse a un año del fin del mandato.
Pero si efectivamente Cateriano se presenta desafiante y la oposición se une para negar un voto de confianza, el presidente podría disolver el Parlamento. Pero también podría no hacerlo y presentar un nuevo Gabinete. Pero el riesgo de esta medida es mostrar a un Ejecutivo débil, subordinado al Parlamento, de cara a una opinión pública inclinada a la disolución.
Pero la disolución del Congreso tiene varios problemas. ¿A quién le conviene dos elecciones consecutivas, 2015 y 2016, en menos de medio año? A ningún partido. Menos a los congresistas que hoy tienen una curul asegurada hasta el 28 de julio del 2016.
Vistas así las cosas, todos tienen mucho que evaluar, antes de promover negación de confianza y disolución del Congreso. El apocalipsis puede venir, pero quizá solo tengamos un juego de centellas.