Con el nuevo fixture establecido por el azaroso destino, el siempre mesurado Ricardo Gareca recurre a una obviedad para sintetizar en una frase lo que le depara a su selección en el proceso rumbo a Qatar 2022: “Todo el camino es difícil”. La afirmación del técnico argentino apuntaba a restarle importancia a un calendario poco condescendiente con Perú, que lo obligará a empezar las Eliminatorias con el pie en el acelerador. De la boca para afuera, le es indiferente el rol de partidos, aunque él sabe más que nadie que cada detalle cuenta para lograr el próximo pasaje mundialista.
El primer tramo de la hoja de ruta está lleno de curvas sinuosas. Después de la primera parada en Asunción, Brasil nos visita en Lima. La siguiente fecha doble tiene una escala en Santiago y luego es Argentina el que pisa el Nacional. En la quinta jornada, el ascenso hasta La Paz completa las cinco primeras jornadas que podrían calificarse fácilmente como perdibles. Amortizar esa deuda de 15 puntos sería muy complicado. Recién en el sexto juego el encuentro ante Venezuela en casa podría ofrecer un respiro.
No faltan a la verdad los que aclaran que igual se debe jugar ante todos los rivales, pero es muy distinto pensar que el orden de los factores no altera el producto final en este caso. Claramente no es lo mismo alternar oponentes con distintos grados de dificultad que enfrentar de porrazo a los mejores. El fixture que le tocó a Perú es de alto riesgo, es un arranque indeseable para cualquier selección.
Rezagarte desde un inicio implica ya correr en contra de muchos factores, empezando por la presión de sumar en cada fecha posterior. El jugar al todo o nada sin regular nada. Tener que remontar posiciones es ver reducido tu margen de error y es muy probable que los rivales puedan aprovechar esos nervios en la cancha porque tienen un colchón de puntos que les permite maniobrar con más facilidad cada encuentro. La pérdida de confianza en cada derrota es también un factor a tener en cuenta en el largo proceso.
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Las Eliminatorias pasadas fueron atípicas. Fue rarísimo ver que el Ecuador demoledor del inicio –triunfos consecutivos ante Argentina, Bolivia, Uruguay y Venezuela, y empate ante Paraguay– se haya quedado sin Rusia 2018. Su debacle empezó en la sexta fecha con su caída frente a Colombia. Ello le generó inestabilidad. Y esa inconstancia lo llevó al fracaso. El reverso de la moneda fue el Perú de Gareca. Del pésimo inicio al final de ensueño fue el inesperado camino recorrido que terminó en el repechaje deseado.
Son 18 fechas las que se deben disputar y el fixture también juega a favor o en contra. Pero, sin duda, lo más importante es la capacidad de cada selección. Si Perú es el mismo equipo sólido y competitivo de los últimos tiempos, es factible que pueda sortear con más frescura y buenos resultados un inicio tormentoso que podría desbarrancar a cualquiera.
“Estamos mejor que cuando comenzamos”, dice Gareca con otra frase que también suena a obviedad. Si las Eliminatorias pasadas se pudo llegar al objetivo, no habría razones para no esperanzarse con otro proceso exitoso, por más que la suerte no empiece a jugar a favor nuestro.