América Latina está muy por detrás de Estados Unidos y Europa en la entrega de vacunas contra el COVID-19 a su población. Sin embargo, hay un país de la región que les está ganando de lejos a todos sus vecinos: Chile.
De hecho, Chile ya ha superado a China, Alemania, Francia, España y otros países en conseguir vacunas para su población.
Según el sitio Ourworldindata.org de la Universidad de Oxford, Chile había administrado 7,3 dosis de vacunas por cada 100 personas hasta el 10 de febrero.
Para la misma fecha, Alemania había suministrado 4,4 dosis de vacunas por cada 100 personas, China 2,8, Brasil 1,9, Argentina 1,1 y México 0,6. El país que más vacunas ha repartido en el mundo es Israel.
“Continúa la impresionante campaña de vacunación en Chile”, tuiteó hace unos días el investigador de la Universidad de Oxford y fundador de Ourworldindata.org, Max Roser.
En números absolutos, para el 10 de febrero Chile había vacunado a 1,1 millones de personas. Comparativamente, México, que tiene seis veces la población de Chile, ha vacunado a 724.000 personas y Argentina, con más del doble de la población de Chile, ha vacunado a 513.000 personas, según el Centro de Recursos de Coronavirus de la Universidad Johns Hopkins.
No creo que sea una casualidad que Chile haya conseguido más vacunas que sus vecinos latinoamericanos: es, sin lugar a dudas, el país más globalizado de la región.
Mientras varios líderes populistas de América Latina despotrican contra el libre mercado y la globalización, Chile, a pesar de las crecientes protestas internas contra su modelo económico, ha mantenido un exitoso sistema de libre comercio.
Las conexiones comerciales internacionales de Chile, o al menos la visión periférica de su clase política, ayudaron al país a obtener vacunas mucho más rápido que México, Argentina o Venezuela, cuyos líderes conocen muy poco del mundo exterior.
El ministro de Salud de Chile, Enrique Paris, me dijo que su país ya firmó acuerdos para obtener cerca de 36 millones de vacunas para los 19 millones de habitantes. “Nuestro objetivo es vacunar al 80% de la población elegible para el 30 de junio”, agregó.
Rodrigo Yáñez, subsecretario de relaciones económicas internacionales de Chile, me dijo que el país sureño pudo comprar más vacunas porque comenzó a ordenarlas antes que otros. Pero los acuerdos de libre comercio sin duda ayudaron, agregó.
Chile tiene 29 acuerdos comerciales, incluidos acuerdos de libre comercio con Estados Unidos, la Unión Europea, China, Vietnam y Australia. “Tenemos una enorme red de contactos internacionales”, me dijo Yáñez.
Sería simplista decir que Chile hizo las cosas mejor que otros porque tiene un gobierno de centroderecha, mientras que Argentina, México y Venezuela tienen gobiernos populistas de centroizquierda o de izquierda. Aunque puede que Chile cambie de curso, porque los chilenos han votado masivamente para cambiar su Constitución y nadie sabe cuál será el resultado, el país ha tenido gobiernos de izquierda modernos y globalizados.
El expresidente Ricardo Lagos, del Partido Socialista, fue un campeón de la globalización. La expresidenta Michelle Bachelet, también del Partido Socialista, estaba menos entusiasmada con el libre mercado, pero firmó varios acuerdos de libre comercio. Y el actual presidente, Sebastián Piñera, es el epítome de un líder globalizado.
La tasa de popularidad de Piñera se desplomó el año pasado, en medio de protestas masivas de chilenos que exigen una mayor tajada del progreso económico del país.
No sé si Piñera logrará repuntar su popularidad, pero está claro que, mientras otros países patalean contra el mundo, Chile está ganando la carrera regional por las vacunas contra el COVID-19, en parte debido a su apertura económica y a sus conexiones comerciales globales.
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