Salvar el pellejo se ha convertido en el fin supremo del político peruano. Sin ningún tipo de asco el Congreso nos demostró esta semana que el blindaje es transversal y el único objetivo es sobrevivir hasta el 2026.
Cuando en marzo la fiscalía allanó 41 viviendas y oficinas que involucraban a 18 congresistas del Caso ‘Los Niños’ el mensaje a la interna parece haber sido muy claro: hoy somos nosotros, mañana ustedes. Eso explica por qué congelaron informes y por qué rechazaron dos veces suspender y acusar a Doroteo, Vergara, Espinoza y Flores.
El otoronguismo ha tocado el fondo del tacho y ahí se va a quedar. Es de ilusos esperar otra cosa cuando podrían haber más de 30 ‘Niños’ en la guardería y actualmente 16 congresistas suman 49 investigaciones fiscales por corrupción. No olvidemos que, de los 17 integrantes de la Comisión de Ética, 12 están involucrados en escándalos o son investigados por la fiscalía. En ese grupo hay ‘Niños’, ‘mochasueldos’ y hasta un sujeto como Óscar Zea (no agrupado) que enfrentó dos acusaciones por homicidio, en 1999 y en el 2006, y estuvo preso por eso.
Ahora hablemos de Josué Gutiérrez. ¿Cómo se explica que los 23 fujimoristas hayan votado por un cerronista que les achaca haber nacido en una cloaca? Pues, muy fácil: hoy por ti, mañana por mí.
Gutiérrez no tiene mérito alguno para dirigir la Defensoría del Pueblo. Ningún logro académico, ninguna experiencia en derechos humanos. Fue el compañero de viaje de Alexis Humala en su tour clandestino por Moscú y luego se graduó de sobón cuando decoró su despacho con gigantografías de Nadine Heredia y Ollanta Humala. Esto le valió ser nombrado vocero de la bancada nacionalista y años más tarde terminaría siendo abogado del sentenciado por corrupción Vladimir Cerrón. Gutiérrez no está calificado para nada, pero puede ser muy útil.
Como defensor del Pueblo presidirá la comisión encargada de ver a los nuevos integrantes de la Junta Nacional de Justicia. Tendrá injerencia directa en el nombramiento, ratificación y destitución de jueces y fiscales en todo el país. Un encargo que varios políticos con líos judiciales como Fujimori, Acuña, Luna o Cerrón les gustaría que recayera en manos de alguien que les debe un favor. Y además, podría asegurar que una institución tan crítica como la defensoría los deje en paz un tiempo. Pero este hombre de Cerrón también podría aprovechar el alcance nacional de la defensoría para azuzar la conflictividad social. Así que el tiro les puede salir por la culata.
¿Qué viene ahora? El Congreso pretende ampliar su poder y concentrar las elecciones de altas autoridades. Por ejemplo, buscan nombrar al contralor general de la República, un cargo importantísimo para la fiscalización en el Estado. Además, ya aprobaron una norma para elegir a su propio procurador a dedo, sin concurso público, un títere que garantizaría impunidad. Estemos atentos. Ya sabemos en manos de quiénes estamos.