Alguna vez me preguntaron en una entrevista de trabajo si pensaba tener hijos en el corto plazo. Me resultó indignante saber a ciencia cierta que era una consulta que jamás les harían a los hombres que competían conmigo por el puesto, pero, a raíz de la nueva regulación laboral que ha aprobado el pleno del Congreso, podría convertirse en una consulta de rutina en cualquier entrevista laboral.
Esto, debido a que la autógrafa, que deberá ser promulgada u observada por el Ejecutivo, incrementa las protecciones contra el despido para los hombres durante la gestación de sus parejas y hasta por un año después del nacimiento –el período de lactancia–, siempre y cuando la madre no cuente con empleo. Cómo se establecerá que, efectivamente, el padre tiene un vínculo con la madre o si ella está desempleada es un detalle que los parlamentarios no se han preocupado en definir y que dejan, como muchos otros, al reglamento.
El tema es que, una vez más, los congresistas no se toman un segundo en medir cuáles serán las consecuencias reales de sus decisiones, pues –en la práctica– estarían incrementando aún más el altísimo costo del despido en el país y generando, además, que algunos trabajadores tengan una ventaja frente a sus competidores en el mercado laboral solo por el hecho de convertirse en padres. Si un empleado no rinde, ¿debería estar más protegido frente a un eventual recorte de personal que otro empleado que podría tener un mejor rendimiento, pero que no es padre?
Esta es una mala solución para un problema real, que es el hecho de que en el Perú no existe una red de protección social que mitigue los efectos negativos de un despido.
¿No sería maravilloso que existiera una herramienta que permitiera que los trabajadores pudieran acceder a recursos en caso de despido o renuncia? La respuesta es sí, ya existe y se llama Compensación por Tiempo de Servicios (CTS).
El problema es que esta protección frente al desempleo se ha distorsionado en varias ocasiones y hasta el año pasado los trabajadores pudieron retirar el 100% de los depósitos realizados por sus empleadores en su cuenta de CTS, arriesgándose a no tener recursos guardados si pierden su empleo.
La autógrafa aprobada por el Congreso también amplía las protecciones frente al despido durante el período de gestación y lactancia para las mujeres que tienen contratos a plazo fijo y amplía la licencia de paternidad.
Todo esto suena bien, pero es una pésima medida en un mercado laboral ya excesivamente rígido, cuyos beneficios solo se aplican para la mínima parte de los trabajadores que efectivamente tienen un trabajo formal, y no hace nada por mejorar la situación de los millones de trabajadores que no tienen ningún tipo de protección social.
Igual, no se compara al impacto negativo que tendría de promulgarse la autógrafa aprobada por el Congreso que evita que la policía combata el tráfico de explosivos por parte de mineros ilegales. Pero todos tienen la misma raíz: la nula vergüenza que sienten nuestros llamados “padres de la patria” al aprobar leyes que dañan al país.