Perdón por la pregunta, pero ¿qué tanto depende nuestro bienestar del crecimiento económico? Sé que no debería preguntar, que nos hemos puesto todos de acuerdo en que la respuesta es obvia; que es prácticamente mala educación en estos tiempos cuestionar lo que tanto nos ha costado convertir en indiscutible: que el crecimiento es el único camino. Igual, no me tomen por un hereje, uno sabe que mucho depende de la economía. Y no puede ser casualidad que la variación del PBI lleve casi cien años como el indicador internacional para evaluar el desempeño de los países.
Pero pregunto porque tampoco se puede desconocer que en los últimos años ha venido tomando cada vez más fuerza la idea de que el incremento de la producción es un indicio insuficiente —y quizás engañoso— para determinar si un país está mejor. Ya en 2008 Nicolás Sarkozy encargó a una comisión encabezada por dos premios Nobel de economía, Joseph Stiglitz y Amartya Sen, la elaboración de un informe sobre cómo evaluar adecuadamente la marcha de un país. Y una de las recomendaciones centrales del reporte fue que los sistemas estadísticos debían enfocarse más en la medición del bienestar de la población que en la medición de la mera producción económica. Quizás nos suene demasiado democrático eso de andar preguntándole a la gente, pero así lo recomendaron estos laureados señores.
Y pregunto porque precisamente esta semana Gallup y Healthways publicaron los resultados del “Índice Global de Bienestar”, con base a encuestas realizadas a nivel mundial durante el 2013. Estas encuestas analizan cinco elementos de bienestar: sentido de propósito (estar contento con lo que uno hace); bienestar social (tener relaciones de apoyo y afecto); bienestar financiero (tranquilidad económica); bienestar de comunidad (disfrutar de la zona en la que uno vive); y bienestar físico (sentirse saludable). Para cada elemento, los encuestados podían elegir una de tres respuestas: me va bien; la cosa está difícil; o me va mal.
Considerando que el Perú ha venido siendo desde hace varios años la estrella del crecimiento económico latinoamericano, ¿cómo explicar el hecho de que, superando solo a Haití (Cuba no fue encuestada), ocupemos el penúltimo lugar en todo el continente? Solo al 16% de los peruanos le va bien en tres o más elementos, comparado con el 33% de la media regional. Y al 51% de nuestros compatriotas no le va bien en ninguno de los elementos, contra 30% en la región.
¿Qué conclusión podemos sacar de esto? ¿No será que estamos persiguiendo el crecimiento económico como un fin en sí mismo, en lugar de entenderlo como un medio necesario para procurar el bienestar general? ¿No debería ser este el objetivo político primordial de una nación? Por eso la pregunta, si no es mucha molestia.