El que solo una de cada 200 empresas peruanas (99,5%, según Produce) sea considerada grande (aunque, en los estándares internacionales, muchas serían medianas) es algo que se ve como poco beneficioso para el país. Eso, porque la mayor escala permite lograr economías de producción y generar utilidades que los pequeños no alcanzan. La mayor prueba es que la gran empresa aporta la inmensa mayoría de los impuestos directos del país (y que hoy, inexplicablemente, el Gobierno pretende incrementar).
Pero siendo el ideal teórico tener muchas empresas grandes, no debe olvidarse que aquí las empresas pequeñas producen bienes indispensables para la población, son generadoras de ingresos de subsistencia para millones de personas y sus gestores poseen un espíritu empresarial de mucho potencial. No queda duda entonces de que, en el Perú, tanto chicas como grandes, tienen una importancia que no debe desestimarse. Por tal motivo, la mejor opción es hacerlas coexistir de manera eficiente.
Para ello es importante el concepto de cadenas productivas, que es la cooperación ordenada entre todos los integrantes de un sistema. Esto funciona bastante bien en muchos lugares del mundo, como en Suiza y Corea del Sur, donde miles de pequeñas empresas aportan productos, piezas o servicios que los grandes conglomerados necesitan. Y si bien en el Perú cientos de miles de bodeguitas son la fuerza de distribución de los grandes productores de cerveza, galletas o créditos bancarios, la diferencia es que aquí, más que una cadena, en la mayor parte de los casos se trata de una sucesión de actividades con muy poca coordinación.
Entonces, ¿cuál sería el ideal de las cadenas productivas en el Perú? Un sistema de cooperación donde la capacidad y el bienestar de cada eslabón sean vistos como indispensables para el éxito de todos. Uno donde grandes fabricantes de maquinaria contraten y capaciten a pequeños talleres de torno o soldadura para producir las partes que necesitan; en donde los grandes sistemas de distribución coordinen y comercialicen el trabajo de miles de artesanos o aquella en la que grandes productores agrícolas apoyen y se apoyen en la capacidad productiva de los pequeños agricultores.
¿Qué se necesita para eso en el Perú? Primero, que todos entiendan los beneficios de una cooperación ordenada entre los actores de un mismo sistema. Y segundo, que los empresarios pequeños, medianos y grandes, limeños y provincianos, se conozcan y conversen sobre el gran potencial de trabajar unidos. Mostrar que ese enCADEnamiento es posible es uno de los objetivos del CADE Ejecutivos “Diversas voces, un solo Perú”, que empieza el próximo 16.
* El autor es miembro del comité organizador del CADE Ejecutivos 2021.