El verdadero virus de las redes sociales no es ese accidental video pornográfico que superpobló los muros de los más desafortunados cibernautas en la última semana. El mal endémico, y sin vacuna descubierta hasta hoy, es la abrumadora reproducción de jueces sin rostro, antropófagos cibernéticos poseídos por el frenesí de la fácil sentencia. Mucho dedo señalador aplastando el teclado sin presumir inocencias. Denunciar sin pruebas en Facebook es ahora más fácil que poner un ‘like’ a la esforzada foto del amor de tu vida.
Según Twitter, Manuel Burga debería estar en la cárcel por la corrupción en la FIFA y según Facebook, Luis Castañeda Lossio se teletransporta como personaje de “Dragon Ball” gracias a la omnipresencia de un buen Photoshop. Las redes sociales se han convertido en escenarios de fábulas infantiles: Burga y Castañeda han sido en las últimas semanas como ese pastorcillo que después de tantas mentiras se resignó a que nadie le crea cuando más ayuda necesitaba. Ambos han sido sentenciados a priori por el mundo virtual, son culpables por mayoría de votos. Sus trepidantes existencias han sido encarceladas por una frase común y fácil: el pasado les condena.
Facebook y Twitter están más entregadas al golpe masivo antes que al aplauso. Eso es tan conocido como que Messi es el mejor del fútbol o que el pisco es peruano. Ni siquiera un gramo de novedad. El cruel aporte ahora es que a esa voracidad de criticar hasta un humano bostezo, esta vez se suma la ligereza para derramar culpas. Burga fue un incapaz dirigente que aportó poco al fútbol en los últimos veinte años y Castañeda está convirtiendo Lima en Ciudad Gótica con su pésima gestión y ausencia de plan. Pero los dos fueron crucificados sin verificar información. Son los eternos culpables de esta tremenda corte.
Para que Burga otra vez regrese a un banquillo de acusados primero tendría que comprobarse que tiene vinculación directa con la red de corrupción denunciada por la Fiscalía de Nueva York. La Procuradoría en Lima recién está leyenda las páginas del informe presentado, es decir la fase 1 de la investigación. Más de un especialista gráfico ha atribuido veracidad a las fotos de Castañeda en el Túnel Santa Rosa. Las redes al final solo se convirtieron en una pista de “Hollywood on Ice”. Patinaron muchos, desde descontrolados periodistas hasta apurados blogueros con excesivo tiempo libre. Todos perdieron credibilidad tanto o más que estos dos “villanos” perpetuos. Si no queremos convertirnos como ellos, en seres tan malignos para el imaginario popular, pues no acusemos sin pruebas. Más ligero que eso ni siquiera el himno rockero de Soda.