Con algunas excepciones, los candidatos y sus partidos no saben cómo enfrentar a la delincuencia. Un caso emblemático es el de Juntos por el Perú (JPP), de Verónika Mendoza.
Su primer “eje estratégico” es: “Aumentar la cobertura de la PNP formando más policías y con formación superior y en derechos humanos.”
¿Con cuánto de inversión? La cobertura, ¿se refiere al número de policías o al número de unidades? Esa formación anhelada, ¿cuánto demorará? No se dice nada.
“Formación superior” equivale a la universitaria. ¿Tres o cinco años? Con suerte, cuando termine el próximo período presidencial ya tendremos más policías, “con formación superior y en derechos humanos”.
Otro objetivo estratégico: “Reforzar la capacidad policial de investigar para recuperar bienes sustraídos, neutralizar extorsiones, desarticular bandas delincuenciales, encontrar personas desaparecidas, descubrir homicidas, rescatar personas secuestradas y capturar delincuentes de todo tipo”.
Todas estas tareas son tareas de la policía. ¿Qué sentido tiene poner como plan de acción lo que hace o debe hacer la policía?
¿Acaso se trata de rellenar formularios para presentar cualquier cosa como plan de gobierno ante el Jurado Nacional de Elecciones?
El tema de “seguridad ciudadana” figura en el antepenúltimo lugar de la lista. El último: Derechos humanos y memoria.
Mucho antes de seguridad ciudadana figura el área de “Plurinacionalidad e Interculturalidad”. Uno de sus objetivos es el apoyo e impulso “a la ejecución de propuestas emergentes… en el ámbito de las artes, la gestión cultural y [de] las industrias culturales sociales”.
Todos tenemos derecho a tener nuestras prioridades. Algunas personas pensamos que la seguridad ciudadana es un problema que antecede e incluye al de las distintas actividades, incluidas las “industrias culturales sociales”.
El Plan de Juntos por el Perú comprueba que la seguridad ciudadana no está entre sus primeras preocupaciones. Nos permite, además, saber que este partido no tiene (o no expone) idea alguna sobre cómo resolver el problema.
“Mejoraremos –dice el plan– el sistema nacional de seguridad ciudadana desde un enfoque participativo y preventivo con activa participación de la ciudadanía organizada a través de las rondas campesinas, comunales y urbanas, de las juntas vecinales y la reforma de la Policía Nacional.”
¡De haberlo sabido! ¡Era cuestión simplemente de coordinar con las juntas vecinales!
¡Para qué patrulleros, patrullaje integrado o cámaras de seguridad! ¡De qué sirve mejorar la investigación criminal!
¡Hay que apoyarse en la Reforma de la PNP! ¿Qué reforma? ¡Vaya usted a saber!
Estos son –para JPP– detalles que no vale la pena poner en un plan de gobierno. Mejor es dar recursos al serenazgo, “priorizando (SIC) el serenazgo femenino”, entre otras cosas.
Para JPP se trata de: “Reducir la violencia en los delitos comunes y fomentar una cultura de paz en las instituciones educativas y organizaciones sociales, vecinales y comunales.”
La “cultura de paz” en los colegios –parecen decir– va a reducir la violencia de un asaltante cuando te arranque la cartera o el celular.
La propuesta de seguridad ciudadana de JPP revela improvisación y descuido. Conduce directamente al fracaso.
(Nota: EL JNE no tiene un acceso directo a los planes de gobierno desde su página web. Deben consultarse en las de varios medios. En la web de El Comercio, “¿Cómo puedo revisar los planes de gobierno de los candidatos presidenciales?”)