Sostenía uno de los precursores de la Unión Europea y excanciller de la República Federal Alemana, Konrad Adenauer, que “en política lo importante no es tener razón, sino que se la den a uno”. Una frase de cariz cínico pero, a la vez, práctico, que adquiere relevancia a propósito del papel que deberán cumplir los medios de comunicación y las redes sociales en la campaña que conducirá a los peruanos a las urnas el próximo 11 de abril para elegir al sucesor del presidente Martín Vizcarra, sus dos vicepresidentes, los 130 integrantes del Congreso y cinco parlamentarios andinos.
Por lo pronto, los partidos políticos parecen haberse tomado muy en serio el futuro papel de las redes sociales. Así lo corrobora un informe publicado el último domingo en El Comercio, que da cuenta de que los partidos políticos vienen reclutando numerosos equipos digitales y pretenden invertir ingentes cantidades de dinero en publicidad online, siguiendo el camino trazado previamente por Donald Trump en Estados Unidos y por Jair Bolsonaro en Brasil.
Una mirada retrospectiva nos permite aseverar que los medios de comunicación han ido perdiendo una paulatina influencia entre los peruanos hasta convertirse en meros notarios de los últimos procesos electorales, dentro de un sistema plagado de golpes bajos, medias verdades, votos anti, alquiler de siglas partidarias e incumplimiento de las más elementales normas de este sistema que llamamos democracia.
Una prueba palpable de esta menoscabada capacidad de persuasión fue el triunfo de Ollanta Humala sobre Keiko Fujimori en el 2011, a pesar de no contar con el beneplácito de buena parte de la prensa debido a sus vínculos con el régimen dictatorial de Venezuela y con su expresidente Hugo Chávez.
En un país con tantas inequidades en términos de acceso a Internet, otro buen ejemplo de que aún las redes sociales no alcanzan todo su potencial son los resultados que les permitieron conseguir este año varios escaños en el Congreso a agrupaciones como el Frepap y el partido de Antauro Humala, no obstante haberse mantenido con un perfil bajo o inexistente en estas plataformas.
Es cierto que, en tiempos de pandemia en los que las visitas a casas y mercados, besos a los niños, mítines y, en general, el contacto directo con la población, será bastante limitado, los medios de comunicación y las redes sociales asumen un rol protagónico, tornándose en los intermediarios fundamentales para que los candidatos seduzcan a los electores y los convenzan de votar por ellos.
Una larga aparición en el horario de mayor audiencia de una cadena de televisión nacional, una foto con derecho a titular en la portada de un diario, una amplia entrevista en una radioemisora con llegada a todos los rincones del país o un mensaje con muchas visualizaciones se convierten en un bocado suculento si tomamos en cuenta la pléyade de candidatos que tendremos y que aspiran a conquistar un lugar bajo el sol.
Entonces, más que en otras elecciones, los medios de comunicación estarán obligados a cumplir un papel decisivo en la orientación de los electores, la información acerca del desarrollo de las campañas, el ofrecimiento de espacios a los candidatos para difundir sus mensajes, promover los debates, fijar las agendas políticas, subrayar los temas de interés público, apuntar contradicciones y divulgar denuncias.
Un caso aparte son los medios del Estado. Si bien las actuales normas establecen que la propaganda electoral estará limitada (solo se podrá realizar con los fondos públicos) y que los medios estatales deben mantener una absoluta neutralidad, los peruanos hemos sido testigos secularmente de cómo candidatos y agrupaciones políticas apelan a la letra pequeña para saltarse las disposiciones, recurriendo a todo tipo de artimañas con miras a conseguir sus objetivos.
Aunque el presidente Martín Vizcarra o cualquiera que ocupe un puesto público están impedidos de postular, siempre es posible que algún funcionario del Gobierno sucumba a la tentación de presionar al canal del Estado o al diario oficial no solo para dar exclusivamente noticias a favor del Gobierno e interrumpir programas como “Aprendo en Casa” para inaugurar una primera piedra, sino para hacer entrevistas concesivas a ciertos candidatos. Máxime cuando la propia secretaria de prensa de Palacio forma parte del directorio de la empresa que edita “El Peruano”.
Sin ir muy lejos, el martes pasado, en Brasil, mientras se disputaba el partido de fútbol entre nuestra selección y su par brasileña, el locutor dejó de narrar el partido para enviar hasta en dos ocasiones un “abrazo especial” a Jair Bolsonaro, cuyos candidatos se aprestan a competir este 15 de noviembre en elecciones municipales. Esto ocurrió en el canal del Gobierno, que fue el único que transmitió el encuentro en el país vecino ante la desistencia de los medios privados por los altos costos que demandaba.
Titánica tarea la que les espera a los organismos electorales para que garanticen que los candidatos compitan en forma justa, en condiciones de equidad y permitiendo que vayamos a votar debidamente informados sin sesgos ni manipulaciones.
Hagamos todos que esta elección no se convierta en una más en la que los candidatos no responden preguntas trascendentales porque estas dejaron de hacerse y que la elección del bicentenario pase a la historia porque los peruanos conseguimos, al fin, realizar un proceso electoral en el que primó la equidad, el debate alturado de ideas y la probidad.