De los feudos congresales
Daniela Ibáñez de la Puente
"Para cada grupo político es de particular interés encabezar ciertas comisiones dependiendo de sus objetivos".
Cada año, la lista de la Mesa Directiva ganadora se reparte las comisiones del Congreso. Para cada grupo político es de particular interés encabezar ciertas comisiones dependiendo de sus objetivos.
El fujimorismo ha buscado tener protagonismo en las comisiones de Constitución y Reglamento y Relaciones Exteriores en los últimos años. La Comisión de Constitución ha logrado viabilizar un récord de reformas políticas, en especial el retorno a la bicameralidad. Será un reto en el siguiente período, especialmente, fijar los reglamentos que gobernarán el funcionamiento de la Cámara de Senadores y Diputados. Además, se van a discutir propuestas relevantes como aumentar el número de circunscripciones electorales, especialmente en Lima, y se va a determinar si se incrementará el número de congresistas. Respecto a la Comisión de Relaciones Exteriores, se seguirá debatiendo el fortalecimiento de la APCI para fiscalizar y transparentar el dinero que las ONG reciben de la cooperación técnica internacional. El reto es que los criterios de fiscalización sean técnicos y que adopten las prácticas de países democráticos como Estados Unidos, Inglaterra o Australia.
Para la izquierda, ha sido de particular interés tener el dominio de la Comisión de Trabajo, donde han nacido varias iniciativas populistas muy dañinas en el ámbito laboral. Si perduran en tener control de esta comisión, veremos iniciativas contrarias a la flexibilidad del mercado laboral y, por lo tanto, que dificulten la creación de trabajo formal. Por ejemplo, hablamos de iniciativas como establecer un régimen laboral fijo para las apps de reparto y movilidad (en contra de los intereses de sus mismos trabajadores).
También tenemos a la Comisión de Presupuesto, generalmente encabezada por partidos clientelistas de centro o centroizquierda como Podemos Perú o Somos Perú. Esta comisión es clave para articular intereses, por ejemplo, con gobiernos subnacionales, para fortalecerse políticamente ante actores de interés. Esto puede suponer un riesgo al aumentar el gasto público, en un contexto en el que cada vez le es más difícil al Estado cumplir la regla fiscal.
Faltan muchos feudos por mencionar, sin ser menos importantes. Igualmente, hay que estar atentos al populismo congresal en todos sus niveles.
Lo peor no ha pasado
Paulo Vilca
"Las comisiones ordinarias han dejado de ser el espacio de análisis y debate".
El Congreso se ha convertido de facto en “el primer poder del Estado”, acorde con el propósito de quienes ocupan los escaños. Ausente el equilibrio de poderes que debe regir en cualquier sistema democrático y conocida la nula voluntad de contrapeso político del Ejecutivo, el Parlamento se encamina sin freno a seguir haciendo y deshaciendo sobre la base de los intereses de los congresistas, que han perdido todo pudor y sentido de responsabilidad frente a la ciudadanía.
En ese contexto, las comisiones ordinarias han dejado de ser el espacio de análisis y debate, donde actores técnicos, sociales y políticos discutían las mejoras al marco legal, realizaban informes sobre el estado de las políticas públicas o se realizaban acciones de control y rendición de cuentas. Ahora han pasado a convertirse en simples tramitadoras de las iniciativas legislativas que los congresistas utilizan como moneda de cambio de sus votos. Así se explican decisiones como la creación frenética de nuevas universidades públicas dictaminada por la Comisión de Educación y Deporte durante las últimas semanas de legislatura.
Y, para lo que viene, los antecedentes muestran que la agenda política principal del Legislativo pasará sobre todo por las comisiones de Constitución, Justicia, Presupuesto y la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales.
En la primera, que funciona como una suerte de miniasamblea constituyente, se seguirá modificando la Constitución acorde con los intereses de la coalición mayoritaria, pero también se hará cargo de organizar el funcionamiento del futuro Congreso bicameral y modelará las reglas del sistema político y electoral con la mira puesta en las futuras elecciones. En Justicia, continuaremos asistiendo a modificaciones del marco penal con la única finalidad de mejorar las condiciones de defensa legal de los parlamentarios procesados y sus organizaciones; mientras, en Presupuesto, se dará pase libre a las iniciativas clientelistas que afectan el equilibrio económico. Y, finalmente, la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales permanecerá como el instrumento de sanción o impunidad de los parlamentarios y sus grupos políticos.
Lamentablemente, la suma de estos propósitos nos hará ver muy pronto que lo peor todavía no ha pasado. El Congreso no nos dejará en paz.