Más de dos meses atrás advertíamos en este mismo espacio (“Mejor o peor Parlamento”, 10/10/2019) sobre las características particulares de estas elecciones parlamentarias. El interés por ellas no ha cambiado y, por el contrario, se irá diluyendo conforme se ingrese a las fiestas de fin de año. La gente estuvo interesada en la disolución del Congreso, no en la formación de uno nuevo. El desinterés que muestran las encuestas no debe sorprender, a lo que se debe agregar el hecho de que, salvo las presidenciales, las otras elecciones en general no despiertan un amplio interés ciudadano. Si esto es así, tampoco deben sorprender los resultados en relación con el conocimiento que tiene el electorado sobre los candidatos y, con mayor razón, la forma como votar. Estas elecciones se activarán recién el primer fin de semana de enero y, en consecuencia, solo será una campaña de tres semanas. Esto explica en parte el alto porcentaje de quienes declaran que votarán nulo, blanco, por ninguno o que “no sabe/no opina”. Pero estos porcentajes disminuirán conforme se acerque el día de la elección.
Bajo esas consideraciones, hemos afirmado que los partidos y candidatos conocidos sacan ventaja sobre el resto, que tienen poco tiempo para revertir dicha situación. Esto se observa en las últimas encuestas de Ipsos y del IEP, cuyos resultados básicamente coinciden. Vale decir, que lograrían ingresar al Parlamento aquellos partidos que tenían, hasta hace poco, representación en el Congreso: Acción Popular, Fuerza Popular, Alianza para el Progreso, el Frente Amplio y –aunque no asegurado aún– el Apra. No es el caso del partido Contigo, antes Peruanos por el Kambio (PPK), que tiene el gran problema de que, al cambiar de nombre, se convirtió en una organización desconocida. A este grupo se suma el Partido Morado, que ha construido en los últimos años una organización nacional importante. Es probable que ingrese algún partido más, cuya disputa estará entre el PPC, Somos Perú, Solidaridad Nacional y Vamos Perú, con lo que se tendrá un Parlamento formado por entre siete u ocho bancadas. Algo no muy distinto del instalado en el 2016, que tuvo seis bancadas iniciales. Las otras organizaciones políticas tienen muy pocas probabilidades de ingresar al Parlamento.
La diferencia no estaría, pues, en el número de bancadas, sino en la distribución de escaños entre los partidos ingresantes. En consecuencia, si el Parlamento anterior tenía a Fuerza Popular con 73 de 130 escaños y a la segunda agrupación, el Frente Amplio, con 20 (casi la cuarta parte), configurando a un partido hegemónico, para el 2020 esto no será nada parecido. Las bancadas serán medianas y pequeñas, con lo que se verán obligadas a llevar adelante acuerdos para la formación de la Mesa Directiva, las comisiones y aprobaciones de leyes. Por la formación de las listas, Fuerza Popular, el Apra y –si ingresa– Solidaridad Nacional serán claramente opositores al gobierno de Martín Vizcarra. El resto lo será menos y, probablemente, en aspectos puntuales.
Sin embargo, nada de lo anterior es inamovible y para eso está la campaña electoral, aun cuando el impacto en el desplazamiento de las preferencias, debido al corto tiempo y a que solo se trata de elecciones parlamentarias, será menor. Ya las encuestas publicadas entre octubre y diciembre mostraron pocas diferencias en relación con los partidos que ingresarían al Parlamento. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que, al ser bajos los porcentajes de intención de voto y de alrededor del 3% el margen de error, es difícil tener más precisiones.
Hay que recordar, sin embargo, que la composición del Parlamento estará no solo determinada por qué partidos ingresan, sino por quiénes ocuparán los escaños. Y aquí también ocurre lo mismo que con los partidos: en una campaña corta y de bajo interés, los candidatos conocidos tienen una importante ventaja comparativa. Pero las encuestas, nuevamente, ofrecen poca información, pues hay un poco conocimiento de los candidatos y de la asociación de estos con el partido y símbolo respectivo.
Estamos, pues, ante unas elecciones de baja intensidad, por lo que no hay que sorprenderse por el alto porcentaje de indecisos y el desconocimiento de la forma de votar. Debemos de preocuparnos, más bien, de si esos porcentajes no han bajado para enero. Por ahora, la única campaña que le interesa a la gente es la campaña navideña.