Hace unos días circuló en redes una entrevista al expresidente de México Felipe Calderón, donde reflexiona sobre la crisis de representación que vive Latinoamérica. Y es que el abandono de los ciudadanos de la política no es exclusivo del Perú. En toda Latinoamérica nos hemos distanciado de la política, a tal punto que hemos generado un divorcio brutal entre política y ciudadanía. Hemos olvidado, explicaba Calderón, que política viene del griego ‘polis’, que significa ciudad; y ciudadanía del latín ‘civitas’, que también significa ciudad. Es decir, política y ciudadanía ¡son sinónimos! Y es al separarlas donde encontramos la tragedia de Latinoamérica. Entonces, la única salida a la crisis que vivimos es que los ciudadanos regresen a hacer política. Necesitamos, además, atraer a los mejores a la política. Basta ya de dejar el país en manos de políticos a los que no les interesan sus electores y mucho menos el desarrollo.
La política peruana ha fracasado. Los políticos, en lugar de facilitar la construcción de un Estado que garantice el acceso a servicios básicos y brinde igualdad de oportunidades a la población para que logre condiciones dignas de vida, se han dedicado al ejercicio mediocre y cortoplacista de la política durante las últimas décadas, limitando así el desarrollo del país, generando conflictividad, polarización y desesperanza. Las instituciones han sido capturadas por quienes solo buscan satisfacer sus intereses particulares y enriquecerse a costa del Estado. Y esto no comenzó con Pedro Castillo. Salvo algunas excepciones, la mayoría de los gobernantes, congresistas y políticos no han ejercido un verdadero liderazgo y han contribuido a la fractura social del Perú. Y en ello, como sostiene Calderón, somos los ciudadanos quienes tenemos una gran responsabilidad.
¿Cómo lograremos recuperar la política? La apatía de los peruanos ha llegado a tal nivel que, pese a que en enero fallecieron más de 60 peruanos, nadie parecía creer que esas muertes merecieran una explicación. En marzo, el ciclón Yaku cobró la vida de 69 personas y miles de peruanos perdieron lo poco que tenían. El gobierno de Pedro Castillo ha logrado que 630.000 peruanos vuelvan a la pobreza. Hoy existen 9′184.000 peruanos viviendo en esta situación. Sin embargo, seguimos en un país donde las autoridades no se sienten responsables y donde el resto de peruanos parece no sentir el dolor ajeno.
La desafección de los ciudadanos con la política es cada vez mayor, sumada a la sensación de impunidad de una clase política que no representa los intereses ciudadanos y que se enriquece a costa de no satisfacer las necesidades de sus electores. Todo ello ha generado una sensación de hartazgo, que va destruyendo el Estado de derecho. Hay una urgencia: despertar a la ciudadanía. Sin ciudadanos en la calle cuestionando al poder de turno y exigiendo rendición de cuentas, no hay sistema político que se sostenga. Tenemos que poner un alto a los extremos. Tanto a los que desde la derecha, como a los que desde la izquierda, impulsan la polarización y la descalificación. Creyendo unos que la solidez de la macroeconomía y la salida de Castillo son suficientes; y los otros, que son los grandes empresarios y la libertad económica los responsables de todas las crisis.
Y cuando nos enfrentamos a la inaceptable decisión del Congreso de nombrar defensor del Pueblo a una persona que no solo no reúne la experiencia ni los méritos necesarios, sino que además tiene serios cuestionamientos personales, o cuando vemos cómo se busca limitar la libertad de expresión con una ley mordaza, es que debemos reconocer que los políticos en el Perú representan un serio peligro para la democracia, el Estado de derecho y la libertad. La irresponsabilidad de la clase política ha llevado a que el 52% de los peruanos justificaría o estaría muy cómodo con un golpe de Estado militar en caso de que haya una situación de corrupción insostenible.
Necesitamos recuperar el Estado. Y para lograrlo debemos, como ciudadanos, levantar la voz y atraer a los mejores a la política y al servicio público. Si los peruanos no deciden involucrarse en la cosa pública, el Perú no saldrá de la crisis.