Aunque pueda sonar trillado, es necesario recordar que la realidad es compleja y que puede haber varias formas de interpretar un mismo asunto. Los abogados lo sabemos bien, pues nuestra profesión consiste, precisamente, en convencer a los demás de nuestra percepción de la realidad y de que corresponde aplicar determinadas reglas a esa realidad que presentamos.
Pero un fenómeno contemporáneo (del que ya he advertido en columnas pasadas) es la sobre simplificación de nuestra realidad al punto de plantear soluciones que no son tales, ignorando intencionalmente una mirada comprensiva de la realidad que aborde más de una perspectiva. Los hechos recientes en nuestro país nos dan varios ejemplos de este fenómeno, pero también nos permiten observar otra arista de este: tomar por cierta la idea de que dos o más hechos no pueden ser ciertos al mismo tiempo.
Así, por ejemplo, es verdad que Pedro Castillo desconoció el orden constitucional con su mensaje anunciando la disolución del Congreso y la intervención de los órganos del sistema de justicia. Sin embargo, con su salida de la Presidencia de la República no se solucionaron automáticamente las crisis de nuestro país. Más aún, la conducta de Castillo no puede servir para negar otra verdad comprobada; esto es, que el Congreso ha empleado de manera indiscriminada, y hasta antojadiza, las figuras de la censura ministerial y la vacancia presidencial (recordemos que la moción de vacancia que finalmente sacó a Castillo del poder era la tercera en apenas 16 meses de gobierno).
También es verdad que toda la ciudadanía tiene derecho a protestar, ejerciendo así sus libertades de opinión, expresión y reunión. Y hay circunstancias en que las medidas de fuerza son formas válidas de protestar (porque, de lo contrario, la protesta se queda sin contenido), particularmente cuando el descontento de la ciudadanía es alto. Pero también es cierto que hemos visto en estos días ataques a individuos ajenos a los enfrentamientos, como periodistas desempeñando su trabajo de informar sobre las protestas o usuarios del transporte público. Pero incluso cuando las protestas son violentas, esto no legitima el uso de fuerza letal por parte del Estado. Más aún, no existe evidencia alguna de que incrementar el uso de la fuerza sea un mecanismo efectivo para desarticular protestas violentas. Sin embargo, al cierre de este artículo, hay reportes comprobados de uso excesivo de la fuerza por parte de la policía y, desgraciadamente, se ha confirmado la muerte de seis personas, incluyendo dos adolescentes.
Es verdad que existen evidencias fuertes de que Pedro Castillo y su entorno están involucrados en actos de corrupción. Pero también es verdad que un sector intentó desconocer su elección como presidente, primero alegando un supuesto fraude que nunca pudo ser comprobado y luego obstaculizando cualquier posibilidad de gobernanza. El ahora expresidente recibirá sanciones políticas y jurídicas, mientras que el otro lado sigue en el poder, presentándose como defensor de la democracia a pesar de ser coprotagonista de nuestras crisis actuales.
Por eso, vale la pena repetir las palabras con las que empecé este artículo: la realidad es compleja y puede haber varias maneras de valorar un mismo acontecimiento. Precisamente por esto, es más importante aún recordar que las soluciones no son sencillas ni rápidas, y que las realidades no son mutuamente excluyentes. En estos momentos tan complicados, lo que menos necesita nuestro país son personas que pretendan conducirlo recurriendo a falsas soluciones que parten de una mirada sesgada de nuestra realidad y que niegan la complejidad de nuestros problemas. Nuestro país se merece más.