Esta pregunta no es una broma. Queremos saber dónde está el siempre ubicuo ministro del Interior, Daniel Urresti, cuando el crimen en la ciudad alcanza a una niña de 10 años.
El ministro Urresti es multifacético y tiene una especial predilección por las cámaras de televisión y los micrófonos. Pero quizás Adriana no le iba a generar ningún titular llamativo y más bien iba a despertar esa horrible percepción de inseguridad que él tanto se esmera en combatir.
Adriana era una niña de 10 años que tuvo la fatalidad de estar en el mismo auto de su padre cuando este fue atacado por un grupo de sicarios. Murió de tres disparos en el pecho.
Quizás Adriana desconocía el significado de las palabras sicarios y extorsión. Ella regresaba junto con su papá a casa. Para Adriana el auto de papá era el lugar más seguro en el que ella podía estar. Quizás la llevaron con él para que no se quedase sola en casa.
Desde el lunes en la noche, desgraciadamente Adriana pasó a ser una cifra más en la estadística de muertos. Mientras el lunes ella moría, el ministro Urresti se pasaba siete horas exponiendo en el Congreso sin ningún resultado positivo. ¿Dijo algo al día siguiente? ¿Salió a anunciar que atraparía a los responsables de este asesinato? ¿Montó una operación de búsqueda? No. Lo que sí hizo fue anunciar la deportación de extranjeros en estado de mendicidad que habían tomado algunas calles de Lima.
Según información publicada en este Diario, los homicidios reportados en el país aumentaron en 24,4% entre el 2011 y el 2013. De 1.617 subieron a 2.013 casos.
Estas cifras aumentaron, paradójicamente, en el gobierno de quien supuestamente iba a luchar con eficiencia contra la inseguridad ciudadana.
En la campaña del 2011, la mayor fortaleza del candidato Ollanta Humala fue que la población lo percibía como el mejor para afrontar la inseguridad que nos acompaña desde ya hace mucho tiempo y que ha empeorado en los últimos dos años, como lo revelan los números.
Quizás Urresti está concentrado en cómo responderle a un ex ministro del Interior o en recomendarle valeriana a un controvertido congresista.
Las únicas cifras que hasta ahora sí acompañan a Urresti son las que aprueban su estilo de trabajo, que lo ha convertido en el personaje favorito de “Los chistosos”.
Según revelación del propio Urresti, cuando fue convocado al Gabinete, el presidente de la República le encargó que se concentre en disminuir la percepción de inseguridad en la población. Su estilo peculiar y llamativo quizás hizo que lo vieran como el símbolo de la lucha contra la delincuencia. Su ingreso al Gabinete coincidió con la subida de algunos puntos en la aprobación del mandatario.
Si bien la popularidad de Urresti se convirtió en una de sus principales fortalezas, podría devenir en su debilidad, pues la ciudadanía ya se acostumbró a ver en él al policía que lucha contra los delincuentes, pero si ese enfrentamiento no trae resultados, su llamativo estilo podría convertirse en un peligroso búmeran.