Es difícil juzgar con dureza a quien recién empieza una labor. Durante los períodos iniciales, mientras la experiencia acumulada aún es poca y el aprendizaje limitado, las críticas suelen ser menos punzantes, pues se entiende que, en ocasiones, se necesita algo de tiempo para asentarse en una posición y lograr resultados. Esto aplica para cualquier trabajador nuevo, y la opinión pública les concede el mismo beneficio a los gobiernos entrantes. Los presidentes de estreno, además, arrancan su administración con el capital político adicional de haber ganado la última elección, lo que le otorga un barniz adicional de legitimidad a su poder. A este episodio se lo conoce como ‘luna de miel’.
Estas concesiones, por supuesto, son temporales, y al gobierno del presidente Pedro Castillo parece habérsele empezado a agotar ya su período de gracia. De acuerdo con la última encuesta nacional urbano-rural de El Comercio-Ipsos, el respaldo al jefe del Estado pasó del 42% al 35% en el último mes. Al mismo tiempo, el rechazo a su gestión subió nueve puntos porcentuales hasta llegar al 57%. Con poco más de cien días en el cargo, el presidente Castillo atraviesa por su momento de popularidad más bajo y con tendencia negativa.
Más preocupante aún para el presidente y para su equipo, su rechazo es ahora transversal a lo largo de diferentes demografías. Por nivel socioeconómico (NSE), tan solo encuentra mayor aprobación que desaprobación en el NSE E; en el resto la desaprobación es mayoritaria, con un contundente 86% de rechazo en el NSE A. Solo en el NSE C, por ejemplo, la desaprobación aumentó en 12 puntos porcentuales desde octubre. Por región, su popularidad alcanza el mayor valor en la zona sur (52%), mientras que en otras partes del país la desaprobación supera el 50% (en Lima, esta llega a 69%). Finalmente, el apoyo al presidente también es menor de 40% en los tres grupos etarios encuestados. En otras palabras, sea visto por NSE, por región o por edad, el respaldo al presidente Castillo ahora es minoritario y va en caída.
En la encuesta llama también la atención que el principal acierto percibido de su gestión hasta el momento no sea una nueva política ni un cambio profundo con respecto de la administración pasada, sino apenas la continuidad de la estrategia de vacunación contra el COVID-19. Aunque, sin duda, el avance de la inmunización es muy positivo, por sí solo esto habla de un Gobierno que durante sus primeros meses no ha podido posicionar exitosamente ningún cambio político relevante para la población.
Desde el otro lado, los tres principales errores del Gobierno según los encuestados guardan similar tenor: nombrar a funcionarios incapaces (40%), designar a Guido Bellido primer ministro (38%) y nombrar a funcionarios vinculados a Sendero Luminoso/Movadef (32%). La actual presidenta del Consejo de Ministros, Mirtha Vásquez, de hecho, obtiene tan solo 28% de aprobación en el sondeo. A ojos de la población, y de este Diario, más allá de la retórica divisionista y de la falta de claridad del presidente, ha sido la pésima selección de altos funcionarios lo que ha dañado de forma más profunda la imagen de su administración.
Ha transcurrido apenas el 5% del período presidencial constitucional, y el rápido desgaste del presidente empieza a ser preocupante. Contrario a lo que argumentarán desde el oficialismo, la responsabilidad de la débil posición en la que hoy se encuentra el mandatario no es de la oposición política, ni de la prensa ni de los “poderes fácticos”. El único responsable de las pobres designaciones que dilapidaron la popularidad inicial de Castillo es él mismo. Y, sin embargo, los platos rotos de la precaria gobernabilidad que anticipan estos sondeos los pagaremos todos.