Desde que el 10 de setiembre el directorio de Petro-Perú liderado por Oliver Stark dimitió, el futuro de la endeudada compañía entró en terreno incierto. Los rumores de que la presidenta Dina Boluarte se decantaría por nombrar funcionarios apegados a la misma visión que ha llevado a la petrolera a la bancarrota en la que se encuentra hoy crecían, mientras que los ministros de Economía y Energía y Minas se apuraban en salir a dar plazos (“a finales de esta semana”, “entre hoy y mañana sale de todas maneras”, etc.) que nunca se cumplían. Quedaba la sensación de que muy pocos profesionales estaban dispuestos a poner en riesgo su reputación para tomar las riendas de una compañía que evidentemente necesita reformas, pero cuyo principal accionista no tiene interés alguno en hacerlas.
Ayer, sin embargo, se conoció finalmente al nuevo directorio y, en pocas horas, dos de sus cinco integrantes renunciaron. Roberto James McDonald Zapff y Carlos Alberto Lezameta Escribens, que habían sido oficializados como directores en la mañana, ya no lo eran a mitad de la tarde. Es decir que incluso antes de asumir oficialmente sus funciones, ya existían tensiones internas y desacuerdos en el directorio. Seguramente, en los próximos días empezarán a salir a la luz las razones por las que dieron un paso al costado, pero todo esto deja la sensación de que el Gobierno no solo no puede nombrar directores en Petro-Perú (que se hayan tardado dos meses así lo demuestra), sino que ni siquiera es capaz de mantenerlos.
Las renuncias, además, han dejado en segundo plano el hecho de que Alejandro Narváez ha asumido como presidente del directorio. Esta es una clara señal de que el Gobierno ha decidido mantener el statu quo en la petrolera, pues Narváez no solo retoma un cargo que ya ocupó entre el 2003 y el 2005 sin éxito, sino que se había manifestado en contra de la propuesta del directorio anterior para encargarle la administración de Petro-Perú a un gestor privado e incluso tildó de incapaces a quienes la formularon. Por último, la filiación política de Narváez solo genera más preocupaciones, pues se encuentra en las filas de Juntos por el Perú, el partido dirigido por Roberto Sánchez, quien se ha mostrado muy entusiasmado con la posibilidad de forjar una alianza con Antauro Humala.
La situación de Petro-Perú, en suma, no puede ser peor.