Dos semanas atrás, cuando la presencia de una segunda ola de la epidemia de COVID-19 en el país se había hecho ya insoslayable, el presidente Sagasti y varios ministros aparecieron en todos los medios para anunciar las primeras medidas que el Gobierno había adoptado para tratar de contener el rebrote. Como se sabe, en aquella ocasión la comunicación fue, por decir lo menos, defectuosa. El mandatario se extendió en consideraciones metodológicas acerca de las cifras que movían a dictar disposiciones… que nunca llegó a mencionar. La responsabilidad de hacerlo fue trasladada a los ministros, que tampoco resultaron expositores claros.
Pues bien, lejos de indicar que se aprendió de la mala experiencia, el mensaje divulgado el martes por el jefe del Estado sobre nuevas restricciones en el contexto de la pandemia resultó otra vez confuso y moroso. No tanto en lo que concierne a las líneas gruesas de la renovada cuarentena (distinción por zonas del territorio nacional, horario de inicio y fin del toque de queda, etc.), sino más bien en lo que toca a los datos que requerían precisión. ¿Continuará habiendo vuelos interprovinciales y a países de Latinoamérica que no sean Brasil? ¿Qué hay del transporte público? ¿Podrán salir los niños a la calle por un tiempo limitado, como en la ocasión anterior? ¿Afectará la inmovilización a la industria, a la minería, a la agricultura? ¿Habrá alguna forma de “rescate” para los negocios que poco a poco reanudaban sus actividades y bruscamente han sido devueltos a la suspensión de sus operaciones (restaurantes, hoteles, comercios de bienes que no sean de primera necesidad)?
Todo eso y un adecuado énfasis en la continuidad de los servicios indispensables fue lo que faltó. De hecho, estamos viendo en estos días colas en los supermercados que indican que lo dicho no fue suficiente para aplacar los temores de la falta de provisiones, y que, antes de prevenir los contagios, los favorecerán.
Se requieren, pues, a la brevedad mensajes claros y distintos acerca de esos y otros asuntos derivados del anuncio del martes. Y también un cambio en la estrategia de comunicación de Palacio. Si es que acaso la hay.