Del verbo latino collocare derivan los españoles colocar y colgar. De este último más el sufijo diminutivo de matiz despectivo -ajo sale colgajo (“trapo o cosa despreciable que cuelga”, DRAE 2001). En el Perú es equivalente de colgajo la variante colgandijo. Documentada en las Tradiciones de Palma, colgandijo es desplazada por la general colgajo. Y en Vargas Llosa se documenta un curioso colguijo, que no parece peculiar de Arequipa.