Esta curiosa locución adverbial –al parecer exclusiva de nuestra lengua culta familiar– expresa una mala condición extrema en cualquier aspecto: salud, dinero, desgracias, amoríos, borrachera, entre otros. La construcción de la expresión es anómala, debido a que lleva la apócope adjetiva cien en lugar del esperable sustantivo ciento. Véase este ejemplo de Mario Vargas Llosa en ¿Quién mató a Palomino Molero?: “Babeaba, hasta el cien de borracho” (Barcelona 1986, p. 60).