Es un derivado de penitencia “dolor y arrepentimiento que se tiene de una mala acción” (DRAE 2014). Penitenciar significa en la lengua general “imponer penitencia” (íd.), pero en el castellano del Perú tiene el sentido de “condenar al que ha delinquido” y su participio sustantivado hace referencia a un “delincuente que ya ha sido condenado” (DiPerú, 2016). Véase un ejemplo de esta última palabra en Sobre el Perú: homenaje a José Agustín de la Puente Candamo (2002): “El furor salvaje de un expenitenciado ha sido puesto al servicio de los intereses políticos de un candidato”.