Este sustantivo resulta de la unión de las palabras de la frase imperativa estate quieto, con aféresis y pérdida del acento prosódico del primer término. Tatequieto llega entre nosotros al nivel de lengua culta como lo demuestra este ejemplo de Fernando Cabieses en su libro Apuntes de medicina tradicional (Lima 1993): “Hasta ahora, en su reactualización reciente, la astrología ya ha recibido su tatequieto de parte de la Iglesia de Roma…”.