Esta locución verbal, al parecer exclusiva de nuestra lengua familiar, tiene el sentido de ‘verse alguien obligado a aceptar o soportar un hecho que genera fastidio’. Véase un ejemplo en la pluma de nuestro premio Nobel: “¿Qué hago? ¿Lo despido con cajas destempladas o me trago el sapo?” (La tía Julia y el escribidor, Barcelona 1996, p. 120). Tragarse el sapo no se documenta en el DRAE 2014 ni en el también académico Diccionario de americanismos (2010).