El expresidente Alejandro Toledo tenía en los próximos días una cita con la justicia peruana, pero nadie esperaba que fuese puntual. Todos suponíamos, a decir verdad, que algún recurso de esa forma criolla de litigar que ha estrenado en Estados Unidos evitaría a última hora que lo embarcasen de regreso a esta tierra que lo vio nacer y mecer, como en efecto ha sucedido.
Según parece, en un principio estuvo un tanto alborotado con la noticia de que el Gobierno había lanzado un plan de reactivación llamado “Con Ponche Perú” y barajaba la posibilidad de acceder a los requerimientos de nuestro Poder Judicial. Pero rápidamente sus abogados le habrían hecho notar que todo era fruto de una confusión derivada de su costumbre de redondear ciertas vocales... y sus ánimos de visitarnos acabaron perdiendo bríos.
Sea como fuere, gracias a una moción de emergencia presentada ante el Tribunal de Apelaciones del Noveno Circuito del país que lo acoge, él ha conseguido la suspensión por 14 días del proceso de extradición que lo tiene contra las cuerdas. Un mero aplazamiento de un sino inexorable, dirán algunos. Pero, cuando de ganarse alguito se trata, el hijo predilecto de Cabana se apunta sin pensarlo dos veces. Y en esta ocasión eso es exactamente lo que ha hecho.
–Todo trago–
El exmandatario, efectivamente, es un cultor inveterado de la filosofía que encierra el dicho “todo trigo es limosna” (o la variante vocálica que uno pudiera imaginar en él). Y, si hemos de ser honestos, afecto en realidad a la sabiduría popular de adagios y refranes en general. No mucho tiempo atrás, de hecho, alguien postuló la existencia de un hipotético “refranero Toledo”: un repertorio de máximas conocidas, sutilmente adaptadas por el festivo líder de Perú Posible a su experiencia vital.
Hagamos memoria. Todo surgió a raíz de un supuesto error que el ex jefe del Estado habría cometido hace algunos años al sentenciar que “no por tanto madrugar se despierta tan temprano”. Los críticos de siempre lanzaron la tesis de que había incurrido en un empastelamiento del aforismo “no por mucho madrugar se amanece más temprano”; pero, vamos, es bastante inverosímil que Toledo ignorase la diferencia entre “despertarse” y “amanecerse”. Así, pues, pronto se hicieron de dominio público proverbios como “la letra, con sangría, entra”, “el que no la bebe no la duerme” o “espanta hacia mí ese cáliz”, atribuidos invariablemente al ingenio sazonado del exgobernante. Y en esta pequeña columna tendemos a pensar que las atribuciones fueron todas ajustadas a verdad.
Es lícito, entonces, asumir que, con esa misma vocación por parafrasear formulaciones de éxito en la cultura que compartimos, él pudiera haber echado mano esta vez de esos versos del acervo criollo en los que el sediento parroquiano de una expendeduría de barrio le pide al patrón que vierta en su vaso más caña porque se le ha atracado “un huesito en la garganta”: una forma de obtener un aire antes de soltarse a perorar sobre lo humano y lo divino; y de asegurarse, además, las aguas que suelen acompañar a tales aires. ¿Absurda maniobra? No lo creemos: cuando lo que está en juego es la libertad por 20 años (pena solicitada por la fiscalía para el exmandatario) y las abstinencias concomitantes, un par de semanitas más de vida desahogada se agradecen.
Será interesante, por otro lado, registrar los movimientos que la inminencia de la llegada de tan neurálgico personaje –en lo que a enjuagues y canonjías del período que va del 2001 al 2006 se refiere– provoque en nuestro país. Habrá que permanecer atentos, por ejemplo, a las abruptas salidas del territorio nacional de sus viejos colaboradores y asociados, así como al eventual remate de sus propiedades y bienes, para evitar los males que pudiera acarrearles una declaración ‘in vino veritas’ del expresidente. No vaya a ser que una confesión sincera de su parte suponga para ellos aquello que él alguna vez definió como un “holocaustro”. Acaso estemos solo ante rumores malintencionados, pero no podemos dejar de recordar en este contexto esa otra sentencia del refranero Toledo que afirma que “cuando el río suena es porque hielos trae”. O algo así.
–Nunca es tarde–
Lo cierto, en cualquier caso, es que todos los plazos se cumplen y que, a la corta, no habrá hora Cabana que logre sustraer al personaje que nos ocupa de su cita con la justicia local. Al concitar la atención ciudadana, su arribo a la patria les dará a la señora Boluarte y a sus atribulados ministros una tregua, pero sobre todo refrescará en la consciencia nacional la ligereza con la que los peruanos hemos venido eligiendo hace demasiadas décadas a nuestros presidentes: fulanos en los que el afán por la rapiña y la ignorancia han disputado preminencias con la frivolidad y el desprecio por la democracia.
Si una imagen vale más que mil palabras, la visión de este penoso individuo tropezándose por fin con su destino nos servirá seguramente de escarmiento. Y eso habrá que celebrarlo, porque, volviendo al refranero cabanero: nunca es tarde cuando la chicha llega.