Hoy se cumplen 100 años de la inauguración de la sede histórica de El Comercio. Luego de más de tres años de obras, el 16 de diciembre de 1924, este edificio del centro de Lima recibió en un almuerzo de honor a delegaciones periodísticas extranjeras que habían llegado al país por el centenario de la batalla de Ayacucho.
Ese acto marcó la inauguración oficial y, desde entonces, el monumento, obra de los arquitectos Felipe González del Riego y Enrique Rivero Tremouille, se convirtió en el hogar de la noticia.
El inmueble ubicado entre los actuales jirones Lampa y Santa Rosa ha destacado no solo por su fachada y torre cupulada, sino también por ser uno de los escenarios principales de la información en el Perú.
“El edificio ha sido siempre un lugar donde se ha respirado historia. Allí está la hemeroteca, la sala donde se encuentran empastadas todas las ediciones de El Comercio sobre anaqueles de cedro. También resguarda el archivo fotográfico del diario, que es el más grande archivo de imágenes del país”, relata Juan Aurelio Arévalo Miró Quesada, director periodístico de El Comercio. “La planta de impresión del diario también estuvo allí hasta inicios de la década de los ochenta″, agrega.
Los salones de la sede histórica han recibido a notables personajes: desde presidentes nacionales e internacionales hasta personalidades como Walt Disney o Gladys Zender (Miss Universo 1957). “Sobre todas las cosas, ha sido un lugar donde se ha hecho periodismo. Diferentes generaciones de periodistas han crecido y se han formado entre sus paredes”, resalta Arévalo.
Un nuevo centro cultural en el corazón de Lima
Precisamente, la celebración de los cien años del inmueble inicia con tres grandes noticias. En primer lugar, hoy se realizará en el edificio la entrega de la segunda edición del Premio Bárbara D’Achille dedicado al periodismo de naturaleza y conversación.
En segundo lugar, y el anuncio más emotivo, es que la redacción de El Comercio volverá en unos meses a este edificio. “Regresaremos con una generación de jóvenes periodistas, quienes apuestan por un periodismo multiplataforma”, destacó Arévalo.
En tercer lugar, el centenario edificio histórico del decano de la prensa tendrá un nuevo propósito: convertirse en un centro cultural desde el próximo año.
“Queremos que se convierta en un espacio para pensar en el Perú a través de mesas redondas, conversatorios, exhibiciones y otras actividades culturales e intelectuales. En el marco de la vocación de servicio que cumple El Comercio mediante sus campañas —como las Audiencias vecinales o los semilleros deportivos— aspiramos a que el edificio sea un espacio de visita y encuentro entre peruanos”, explicó Arévalo.
El monumento de Lampa cuenta con un auditorio, un salón de actos, una mesa redonda bajo su cúpula y otras salas disponibles para alojar distintas actividades. Además, se realizará un circuito de visitas para que estudiantes escolares y universitarios puedan recorrer su interior.
“El edificio está ubicado en el corazón de la ciudad, a pocas cuadras de Palacio de gobierno, la sede del Congreso y el Ministerio Público. Será un monumento con mucha actividad, muy vivo, que abrirá sus puertas a la gente”, detalló Arévalo.
Así, El Comercio celebra el primer centenario de su sede histórica, pensando ya en los próximos cien años del edificio.
“Desde la cúpula”
Este año, El Comercio inició una serie de mesas temáticas en busca de reunir las mejores propuestas para el desarrollo del país. Esta serie de diálogos lleva como nombre “Desde la cúpula”, debido a que los debates tienen lugar en la sede histórica del centro de Lima.
Estos debates surgen a dos años de las próximas elecciones 2026, y buscan poner de relieve una serie de propuestas técnicas que puedan contrarrestar los usuales discursos populistas que suelen surgir con mayor frecuencia durante la época electoral.
Las mesas temáticas son moderadas por Mario Cortijo, periodista y jefe de Proyectos de El Comercio. Los debates realizados en el 2024 han abordado temas como minería ilegal, seguridad ciudadana, la reforma del transporte y la situación del sistema de salud en el país.
Este año también se grabó en la hemeroteca la tercera temporada de “Cuenta la historia”, serie de nuestro Archivo Histórico conducida por el actor Gonzalo Torres. Uno de los episodios narra detalles de la construcción de la sede histórica, ícono arquitectónico de Lima.
“La redacción del Diario está feliz de volver. Este edificio tiene una mística especial. En sus salones nos hemos formado muchos periodistas que ahora también compartimos la ilusión de formar a nuevas generaciones de reporteros del decano. Muy pronto volveremos a escribir la historia del Perú en nuestra casa”, comenta Arévalo.
La historia detrás del edificio de El Comercio
Como se relató en un informe especial de El Dominical, en la antigua calle de La Rifa destacaba un solar de una planta, con un amplio patio empedrado interior, que era conocido como la Casa del Pino. A este inmueble se mudó El Comercio, en octubre de 1841. Ahí no solo funcionaban la imprenta y las oficinas del diario, sino también había algunas viviendas.
Con el correr del tiempo, este espacio fue convirtiéndose en el corazón noticioso de la ciudad, pero también fue vulnerable a actos vandálicos como los sucedidos el 10 de setiembre de 1919, tras la llegada de Augusto Leguía al poder, cuando turbas gobiernistas quemaron las oficinas administrativas.
En este contexto, José Antonio Miró Quesada y sus hijos —Josefa, Antonio, Aurelio, Miguel, Luis y Óscar— se dieron cuenta de la urgencia de contar con un nuevo edificio, moderno y sobre todo seguro, acorde con la importancia que ya tenía El Comercio a nivel nacional.
El 16 de diciembre de 1924, a la una de la tarde, se abrieron las puertas del nuevo monumento. Oficialmente, no hubo ceremonia de inauguración. Se aprovechó la presencia en Lima de delegaciones periodísticas de París, Roma, Madrid, Barcelona, Buenos Aires, Río de Janeiro, entre otras ciudades, que habían venido a cubrir las celebraciones por el centenario de la batalla de Ayacucho, para organizar un almuerzo.
“Este edificio es muy importante porque se levanta en paralelo a las construcciones de la Plaza San Martín y le da esa escala cívica y monumental al centro histórico, en consonancia con lo que se construía en esa época en Buenos Aires o Santiago”, destaca Sharif Kahatt, arquitecto y profesor de la Pontifica Universidad Católica del Perú.
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