En una noche sin lluvia en medio del bosque, las concursantes usan vestidos marrones de una sola pieza típicos de la etnia asháninka, la más numerosa de la Amazonía.
Maquillan su cutis con un líquido rojo extraído de los frutos de un arbusto llamado achiote.
“Los puntitos rojos son (representan) mi alegría”, dice una adolescente de 17 años, quien ganó el certamen tras viajar tres horas en carro desde su comunidad llamada Sampantuari que, en lengua asháninka significa “hojas caídas que forman sombras en el agua”.
Fue el quinto concurso de belleza asháninka organizado durante el aniversario de Otari, ubicada dentro del valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem), la zona cocalera y productora de droga más grande del mundo. “Más que la violencia, lo que afecta a estas zonas del valle es la pobreza y los malos servicios públicos”, dice Kuyani Vargas.
La mujer como referenteLa mujer es un referente importante para los pobladores de Otari, que en lengua nativa significa “jefa asesinada”. Aún se mantiene vivo un antiguo suceso que nadie puede fechar con exactitud, que recuerda la muerte de una mujer en manos de colonos que llegaron en busca de tierras. “Las mujeres son importantes aquí”, afirma Kuyani Vargas, una joven lideresa de la zona, cuyo nombre significa mujer querida.
Para los hombres asháninkas “el cabello de una mujer podría definir algo de la belleza, si es largo, mejor, también si saben cocinar la yuca de forma agradable”, comenta Marishori Samaniego, traductora nacida en otra comunidad. Otro elemento clave podría estar en el humor, “un valor que está bien adentro de las relaciones sociales”, añade la psicóloga Leslie Villapolo, quien trabajó con comunidades ashánincas tras la guerra interna de entre 1980-2000, donde murieron más de seis mil nativos esclavizados por Sendero Luminoso.
“(Lo bello) al final es lo que a ti te gusta”, dice Ronald Pasco, un joven asháninka de 22 años que miraba el certamen.
“Un país hecho para los que hablan español”Anaya quiere estudiar ingeniería agrónoma para optimizar los cultivos de cacao, café y achiote que siembran en su comunidad nativa a pocos kilómetros del río Apurímac. “Estudiar para hacerlo mejor”, dice mientras se acomoda el sombrero de ganadora adornado con una pluma rojiza de una ave parecida al loro, llamada guacamayo, y las pepas de una planta llamada memeiqui.
La escolar de quinto grado de secundaria, ganó otras cuatro concursantes tras responder que el nombre del presidente de Perú es Ollanta Humala y que el jefe comunitario de Otari es Amadeo Barboza, quien tiene 80 años y más de 40 hijos. Algunos jóvenes descalzos la retrataban con sus teléfonos celulares y le sonreían.
De respuestas cortas y afiladas, la adolescente está feliz con su primer triunfo, pero cree que falta vencer otros desafíos. El idioma es uno de ellos. Ella y otros 97.000 nativos de su etnia lo sufren por más de cinco siglos. Estamos en un país “hecho para los que hablan español”, dice.
Fuente: AP