“La música es para todos, de forma estrictamente horizontal”. Ese era uno de los dogmas del violinista, educador, filósofo y filántropo japonés Shinichi Suzuki. Además, es el mensaje bajo el que ha guiado su vida Wilfredo Tarazona.
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Como parte de la campaña Peruanos que Suman de El Comercio y el BCP conoceremos al maestro que hace ocho años convirtió a la música en una herramienta de rehabilitación para los reclusos del penal del Callao.
Nacido hace casi 70 años en la ciudad de Llata, departamento de Huánuco, Tarazona no recuerda momento de su vida en el que la música no haya estado presente. “En las partes andinas la música es muy natural, es parte de nuestra vida. Tenemos esa herencia de cuando la música no necesitaba escenarios ni teatros, era una parte sustantiva en la vida colectiva de las personas”, explica.
Fue a los 8 años, cuando fue elegido la primera voz del pequeño coro que dirigía una tía para las Navidades, cuando descubrió las cualidades mágicas que poseían las notas musicales.
“Recuerdo aún las canciones que se cantaban en quechua y no pensé que esa sería la puerta para una vida dedicado a la actividad musical”, reflexiona.
Estudió piano en la Escuela Regional de Música Daniel A. Robles, en Huánuco; luego fue a Arequipa para continuar con sus estudios de piano y órgano; y finalmente llegó a Lima para ingresar al Conservatorio Nacional de Música. Desde 1990, además, es maestro en dicha institución.
Los hitos en la vida del maestro Tarazona son incontables. Ha dirigido coros en Lima, Trujillo, Arequipa, Cusco, Piura; además de Bolivia, México o Brasil. A inicios de siglo fundó los Sistemas de Orquesta y Coros infantiles y Juveniles en el Perú, luego haría lo propio con la Red Nacional de Orquestas y Coros Infantiles y Juveniles del Ministerio de Educación, la cual se convertiría cuatro años más tarde en la red Orquestando.
Orquestando surgió como una iniciativa para enseñar música en colegios nacionales y centros educativos para niños con habilidades diversas. Sin embargo, en el 2017 decidió unirse al Instituto Nacional Penitenciario (INPE) para ampliar aún más el alcance de su proyecto.
“Junto con Aníbal Martel (coordinador de arte y cultura en el INPE) nos acercamos voluntariamente a explorar, ver cómo podemos iniciar un trabajo de educación musical con los internos del expenal Sarita Colonia, ahora Callao. Y tuvimos una excelente acogida de las autoridades. Fuimos voluntariamente trabajando con los internos, que reaccionaron maravillosamente. Así, en el 2018, la iniciativa pedagógica Orquestando abrió un espacio en la dirección de educación básica alternativa donde se atiende a las personas que están en centros penitenciarios”, explica.
Pero, ¿por qué el maestro decidió elegir el Callao para iniciar este proyecto? Si bien la elección del penal fue fortuita, Tarazona asegura que influyó el prejuicio que existe sobre la ciudad portuaria. “Inconscientemente o en el colectivo general ciertas zonas son vedadas. En mi caso creo que todos deben ser incluidos, absolutamente sin excepción. Eso incluye a los internos de los centros penitenciarios”, asegura.
Y con los años, la evidencia de que tomó una decisión acertada sobra. “De los 630 internos que atiende Orquestando, han salido varios del programa. De la mayoría de programas reinciden, pero aquellos expresidiarios que han salido de Orquestando ninguno ha vuelto hasta ahora. Tenemos estudiantes de cuerdas, violín, viola, chela, contrabajo. Hay un ensamble de cuerdas a cargo del maestro Pablo Sánchez. Aparte hay una banda. Vemos estudiantes entregados absolutamente a la música porque han encontrado un espacio para regenerarse espiritual e intelectualmente. La música es un medio de rehabilitación fantástica”, reflexiona.
El éxito conseguido en el Callao permitió que Orquestando se ampliara por todo el país. “Ahora tenemos 20 centros penitenciarios y 21 educadores musicales que son asumidos al 100% por el mismo INPE”, anuncia orgulloso.
Los reclusos, además, han podido tocar junto a la Orquesta Sinfónica Nacional y visitar el Gran Teatro Nacional, eso sin contar el cambio que ha representado en sus vidas.
“Cuando de pronto les vuelves a tocar el corazón y vuelven a sentir un trato humano, respetuoso, considerándolos como seres humanos al margen de las razones que los llevaron al penal, ellos reaccionan a ese nivel. Es un encuentro con otro ser humano. Y me ha hecho mirar de otra manera a las demás personas. Porque encontrar en ellos un nivel de respuesta, con una calidad impresionante hace tener una lectura de otra forma. Es una enseñanza muy importante”, acota el maestro.
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