Martín Vizcarra rompió este miércoles con la tradición de que el jefe de Estado espere la clausura de la Conferencia Anual de Ejecutivos (CADE) para dar su discurso ante el empresariado. Vizcarra optó por ir en el segundo día del evento, aprovechando la oportunidad política del tema en discusión: la lucha contra la corrupción en el sector empresarial.
Fue un gesto político inteligente, coinciden los analistas Erick Sablich, María Alejandra Campos y Jeffrey Radzinsky. El tema de la lucha contra la corrupción es la principal bandera de este gobierno, y el contexto ameritaba un pronunciamiento.
La expectativa por lo que diría Vizcarra sobre ese tema era alta. Hace apenas dos días, su ex primer ministro César Villanueva fue detenido por presuntamente cometer los delitos de tráfico de influencia y patrocinio ilegal.
Villanueva fue el vocero de la lucha contra la corrupción del gobierno de Vizcarra, pero ahora es investigado por supuestamente buscar que un fiscal superior interceda por él ante el equipo especial del Caso Lava Jato, que lo investiga por el Caso Odebrecht.
“Lo dijimos muchas veces y lo repito hoy: la lucha contra la corrupción es un eje fundamental para este gobierno, y esa lucha es caiga quien caiga, así sea un alto ex funcionario del gobierno”, dijo el mandatario.
Para la politóloga María Alejandra Campos, esa referencia fue insuficiente. En su opinión, el presidente tuvo que hacer una autocrítica “y asumir el error de su gobierno de haber tenido como vocero de la lucha contra la corrupción a un tipo que no solo [presuntamente] recibía coimas de Odebrecht, sino que coordinaba con fiscales”.
El analista político Erick Sablich también consideró que al mandatario le faltó autocrítica. En esa línea, señaló que Vizcarra ha sido más enfático en otras oportunidades, cuando los protagonistas no estaban vinculados a su gestión.
“Tampoco se espera que en pleno discurso saque el tema que tan abiertamente lo perjudica […] pero no se ha sentido la misma contundencia [que en otros casos]”, señaló.
En su discurso, Vizcarra también se refirió a los aportes ocultos a las campañas presidenciales por parte de empresarios, luego de que se revelara que Credicorp dio US$ 3.6 millones a la campaña presidencial de Keiko Fujimori en el 2011, en efectivo y en maletas, y el presidente de ese holding, Dionisio Romero Paoletti, informara a la fiscalía de otros aportes a la campaña de Peruanos por el Kambio.
“En la última semana, hemos sido testigos de una serie de hechos que han mostrado el tipo de vínculo que ha existido durante décadas entre la política y algunas empresas. No tapemos el sol con un dedo y entendamos de una vez por todas, que no se ha actuado de la manera más correcta”, dijo el mandatario.
Sablich recordó que Vizcarra fue jefe de campaña de Peruanos por el Kambio (PpK) en el 2016, por lo que el tema también le salpica.
Pero para Jeffrey Radzynski, , director del Grupo Fides Perú y profesor de la Escuela de Gestión Pública de la Universidad del Pacífico, “políticamente lo que hizo Vizcarra tiene sentido, que es mantener un mensaje de lucha contra la corrupción y que no hay intocables. Se puso en contraposición al Congreso disuelto, al que se le acusó de blindaje”.
-En cuestión-
Campos consideró que el discurso de Vizcarra fue mediocre.
“Se echó flores sobre dos leyes de las que todavía no hay evidencias de que funcionen: la de los octógonos y la de los medicamentos genéricos. No explicó cómo hará para que el SIS soporte asumir [la atención] de cuatro millones más de peruanos. No mencionó el nombre de César Villanueva […] en el fondo el discurso no tuvo un contenido que llame la atención”, dijo.
Por su parte, Sablich opinó que el discurso no cambiará la percepción que tiene parte del empresariado sobre Vizcarra y sus limitaciones en los temas económicos. “Lo que refleja es a un presidente con un discurso político de lucha contra la corrupción, y en cuanto a temas económicos y de gestión, a un gobierno sin una visión clara, sin una hoja de ruta concreta", opinó.
Radzynski resaltó que el discurso y la gestión del mandatario en los últimos meses tengan como énfasis, más allá de la lucha anticorrupción, a temas del sector salud. Esto en referencia a los decretos de urgencia sobre los medicamentos genéricos y la cobertura universal de salud a través del SIS, mencionadas este miércoles por el mandatario.
“Pero nuevamente uno se encuentra con la otra cara de la moneda, que es la gestión. Hace algunos días salió la ministra de Salud [Zulema Tomás] por escándalos de designaciones y nombramientos, y es una muestra más de la tremenda inestabilidad de los principales funcionarios”, dijo.
-La disolución no fue una válvula de escape-
El mandatario aseguró que la disolución del Congreso permitió “disminuir en algo el peligro de caer en situaciones lamentables [como las que] afectan enormemente a países hermanos”, en referencia a las protestas sociales en Ecuador, Chile, Bolivia y Colombia.
Pero es equivocado considerar que la disolución del Congreso fue la válvula de escape a la convulsión social, coincidieron Campos, Sablich y Radzinsky.
“Dijo textualmente: ‘¿Qué hubiera pasado sin el 30 de setiembre?’ Yo creo que nada. Dos días antes del 30 de setiembre, Salvador del Solar pidió que por favor la gente salga a marchar, pero nadie salió. Creo que la válvula de escape de la tensión social en el Perú tiene más que ver con la labor de los fiscales del Caso Lava Jato y con el enfrentamiento de Vizcarra con el Congreso. La disolución del Congreso fue la cereza del pastel para un sector de la población, no un hecho determinante para que en el Perú no pase lo que pasa en Chile o en Colombia”, señaló Campos.
En tanto, Sablich recordó que la constitucionalidad de la disolución es un tema en discusión que se encuentra en manos del Tribunal Constitucional. Este organismo evalúa una demanda competencial presentada por el presidente de la Comisión Permanente, Pedro Olaechea. Además, una medida tan drástica como no es un buen precedente, precisó el analista.
Radzynski consideró que “lo que buscó Vizcarra es poner las cosas en perspectiva, tratar de mostrar lo convulsionado que están los países vecinos por distintos motivos y con gobiernos de distinta índole. Pero son varios los motivos y el asunto es mucho más complejo como para buscar una correlación con el solo hecho de llamar a elecciones. La disolución del Congreso fue aplaudida por el 80 % de la población y Vizcarra lo sabe, pero hay otros factores”.
Campos opinó que el discurso pudo ser mejor, pero fue “más o menos el mismo que repite desde hace meses. En esa línea, consideró que “le faltó. Vizcarra aprovechó bien la oportunidad política, pero en el fondo el discurso no tuvo un contenido que llame la atención”.
Sablich pensó en algún momento que Vizcarra sería más confrontacional, pero finalmente le escuchó decir “algunas verdades incómodas en un contexto en el que tenía que hacerlo”. En esa línea, no lo calificó como bueno ni malo, sino como un discurso “mediano”.