El último sábado, el candidato presidencial César Acuña encabezó actividades en San Juan de Lurigancho y el Centro de Lima. Fotógrafos de El Comercio cubrieron el inicio de la campaña electoral del líder de APP y registraron indiscutibles infracciones a las medidas de seguridad contra el coronavirus.
Acuña y su comitiva no han sido los únicos en romper protocolos. El también postulante a Palacio de Gobierno, Daniel Salaverry (Somos Perú) y su cabeza de lista al Congreso, el expresidente Martín Vizcarra, recorrieron ciudades al norte del país y prodigaron abrazos a sus simpatizantes.
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Además, a inicios de diciembre, Avanza País organizó un evento partidario para la presentación de su candidato Hernando de Soto. Fue una reunión de decenas de personas en un espacio cerrado. El caso de Alianza para el Progreso es, de momento, el ejemplo más extremo de restricciones ignoradas.
Peligro latente y falta de controles
Cerca de las 8:30 a.m. del 2 de enero, Acuña y sus candidatos a la vicepresidencia -Carmen Omonte y Luis Iberico- oficiaron un desayuno en el asentamiento humano La Fortaleza, del populoso distrito limeño de San Juan de Lurigancho. Los aspirantes apepistas al Congreso por Lima -una lista que lidera la exfiscal Gladys Echaíz- también asistieron a la actividad.
Los candidatos no solo comieron a poca distancia física sobre una mesa larga, sino que también propiciaron el contacto físico entre personas. Hubo toque de manos, bailes y abrazos. En el lugar, no se proporcionó permanentemente alcohol en gel ni tampoco se instaló algún punto para el lavado de manos. Cabe mencionar que todo el encuentro concentró a más de cien vecinos.
Posteriormente, alrededor de las 11 a.m., la comitiva se trasladó al Cercado de Lima para inaugurar el local de campaña, bautizado “La Casa del Progreso”. Para este acto, en el que participó un cantante local, algunos de los candidatos -incluido Acuña- fueron vistos sin mascarilla por varios minutos.
Desde la declaratoria del estado de emergencia nacional, el Gobierno restringió en el país el libre ejercicio del derecho de reunión. Y, por decreto supremo, promulgado a fines de noviembre, se ratificó la prohibición de “todo tipo de evento social, político, cultural u otros” que impliquen, precisamente, la aglomeración de personas.
A esto se unen las reglas generales de distanciamiento corporal de al menos un metro, utilización correcta de mascarilla y protector facial, además de lavado frecuente o desinfección de manos. Como lo informó este Diario hace unos días, no existe un protocolo específico de bioseguridad para actividades de campaña electoral en el contexto de la pandemia.
Sin embargo, el Reglamento sobre Propaganda Electoral, Publicidad Estatal y Neutralidad en Periodo Electoral, aprobado por el Jurado Nacional de Elecciones (JNE), acota que las organizaciones políticas deben respetar las disposiciones sanitarias, cuando desarrollen “actividades que importen reuniones en un determinado espacio físico”.
Para la exministra de Salud Patricia García Funegra hace falta que el Gobierno sea suficientemente enfático respecto de los actos de campaña de los partidos políticos. “En principio, estas actividades están prohibidas. Sin embargo, me parece que uno de los problemas más graves es que los mensajes que da el Gobierno dejan puertas abiertas a la discrecionalidad. Entonces, varias disposiciones se relativizan y no existe verdadero control”, sostiene.
La experta en Salud Pública señala que el Ministerio de Salud debería reasumir su autoridad sobre este aspecto. “Creo que valdría la pena que el Minsa haga recordar que tenemos normas. Si, en este contexto electoral, va a haber una flexibilización, lo mínimo es que se cumpla con lo establecido. No se habla de exigir pruebas moleculares a todo mundo, pero, por lo menos, respetar y controlar el distanciamiento o el no contacto físico. El ministerio tiene la obligación de hacer notar que esto está sucediendo y dar recomendaciones muy claras, cuyo incumplimiento amerita sanción”.
No basta el solo uso de mascarillas
Manuel Loayza Alarico, exdirector del Centro Nacional de Epidemiología, Prevención y Control del Minsa, indicó a este Diario que romper con al menos una de las recomendaciones ya implica una alta probabilidad de dispersión del virus. En ese sentido, coincide con Patricia García en que el sector sanitario debe retomar postura.
“Es lo mismo que nada [fallar con alguna o varias de las recomendaciones]. Las medidas de seguridad se complementan una con otra. En este caso de eventos políticos que ya se están suscitando, una acción pertinente del Minsa sería reforzar las recomendaciones e incluso verificar el incumplimiento y viabilizar sanciones. Las restricciones son para todos; incluidos los políticos”, expresó el también epidemiólogo e integrante del Instituto de Investigación en Ciencias Biomédicas (INICIB) de la Universidad Ricardo Palma.
Igualmente, en consulta con El Comercio, el profesor de la Facultad de Salud Pública de la Universidad Peruana Cayetano Heredia Ernesto Gozzer Infante resaltó el peligro en la movilización de una campaña de un punto de las ciudades a otro. Advierte que el riesgo de contagios y traslado del virus se incrementa mucho más.
“Recordemos que, al inicio de la pandemia, se creía que el contagio se daba solo de manera directa, de persona a persona. Pero, con el tiempo, se demostró que el contagio se daba también por aerosoles. Los espacios cerrados, las aglomeraciones y el hablar -o, peor aún, gritar o elevar la voz, como se suele hacer en los mítines-, hace que se concentren estos aerosoles por un tiempo determinado. Desde el punto de vista de la salud pública, estamos hablando de actividades peligrosas”, indicó.
Malos mensajes
Marco Almerí Estrada, médico especialista en Salud Pública, también recalcó a este Diario que los candidatos no deberían realizar ni fomentar reuniones de personas en eventos de campaña. Además, sostuvo que pareciera desconocerse el grado de vulnerabilidad en algunos distritos donde las personas no cuentan con servicios básicos, como agua potable y desagüe, y donde los casos confirmados se han disparado en la que sería una segunda ola.
“Se creía que, con la nueva normalidad y las restricciones ya conocidas, este tipo de presentaciones no iban a ocurrir. Sin embargo, se están dando y no hay control de ningún tipo. Estamos hablando, además, de zonas donde las personas ya son vulnerables porque hay carencia de servicios básicos. Hay que tomar en cuenta que los estudios de prevalencia del Minsa ya apuntan a los distritos de más bajos recursos como focos de concentración de la enfermedad. Este es un mal mensaje para la población y puede traer consecuencias terribles”, expresó Almerí.
La científica social e investigadora experta en enfermedades infecciosas Valerie Paz Soldán Parlette explicó a El Comercio que los hechos reportados desde las campañas políticas deberían servir para elevar las alarmas. También destacó la importancia de los mensajes que dejan los candidatos y la necesidad de un recambio de estrategias para proteger la salud pública.
“Es claro que los candidatos van a querer acercarse a la población porque buscan hacerse conocidos o más conocidos y quieren los votos. Puede que las mascarillas o el distanciamiento social no se vean tan bien para la campaña. Pero llevamos más de ocho meses en pandemia y este es un buen momento para llamar la atención de todos los políticos que están entrando a esta etapa electoral. Las limitaciones pueden generar alternativas”, dijo la también investigadora asociada de la Universidad Peruana Cayetano Heredia.