El día en el que Francisco Sagasti juró con la banda presidencial, estuvo en la galería de amigos y parientes. Max Hernández nos cuenta cómo lo conoció e inició con él un diálogo ininterrumpido sobre el Perú y sobre muchas otras cosas. Ahora, está pensando en cómo oír a un cúmulo de más de 500 organizaciones juveniles.
-Sabemos que eres buen amigo del presidente. ¿Puedes trazar un retrato de él?
Salió electo, lo llamé y le dije ‘Sr. Presidente’. Me dijo, ‘no jorobes, no me vas a decir presidente’. Tenemos una muy vieja amistad. Estudiamos en el mismo colegio pero es menor que yo, luego lo vi fugazmente cuando él era delegado de la Acuni [gremio estudiantil de la UNI]. Y me di cuenta de su interés por la política. La amistad se anudó cuando estábamos becados en Londres, y el mostró interés en el psicoanálisis. Luego, coincidimos en Washington cuando él era jefe de la división de planeamiento estratégico del Banco Mundial y conversábamos sobre el Perú hasta que salió la idea de lo que devino en Agenda Perú. Tenía un interés especial en la ciencia y la tecnología y pensaba cómo eso podía contribuir a un estado moderno, pensaba en una especie de ‘think tank’. Los fondos salieron luego del golpe del 5 de abril de 1992, y Agenda Perú ya piensa en cómo garantizar la gobernabilidad democrática.
-Sagasti ha pedido que el AN desarrolle algunos debates urgentes. ¿Qué harás ante ese pedido?
En este último tiempo en que discutimos en el Acuerdo Nacional el compromiso ‘hambre cero’, las medidas de reactivación y luego el llamado Pacto Perú que devino en Pacto por el Perú, Francisco fue un permanente asistente del Partido Morado y vio cuantas ideas dialógicas de Agenda Perú están presentes en el AN. El gran filósofo Jurgen Habermas, en su teoría de la ‘acción comunicativa’ habla de una razón dialógica frente a la razón monológica del poder, y la compara con la relación entre paciente y analista, donde ambos se despojan de las sospechas frente al otro para dialogar con libertad y sin abusar el uno del otro. Las personas que conformábamos Agenda Perú, éramos Francisco, Pepi Patrón que aplicaba la filosofía a la acción política, Nicolás Lynch, María Inés Bello, luego se unió el historiador Cristobal Aljovín. Francisco sabe que en política no podemos tratarnos como enemigos.
Mira: Francisco Sagasti y el Acuerdo Nacional.
-Hablemos de la recién bautizada ‘generación del bicentenario’. Pensando en el AN, ¿cómo darle asiento a quien no tiene representantes conocidos? Se han autoconvocaron sin dirigentes.
Con la secretaría técnica del AN estamos teniendo reuniones con muchas de las instituciones de los jóvenes. El problema es que hay una pluralidad y la juventud que ha salido con fuerza en estos momentos no tiene una representación institucional, tiene la espontaneidad y la potencialidad de una convocatoria plural y general. Esto me lleva a pensar en la ‘generación del centenario’, formada por recién graduados, estudiantes de últimos años y uno muy bisoño como Jorge Basadre, además de Raúl Porras Barrenechea, Luis Alberto Sánchez, Manuel Abastos, también Haya de la Torre y Mariátegui. Era una constelación, después cada uno de ellos se decantó a una perspectiva ideológica diversa: liberales, socialdemócratas, comunistas, luego germinaría la propuesta de Víctor Andrés Belaunde hacia el socialcristianismo. Esto no es una constelación sino un río. Si se compara la generación del centenario con esta que Noelia Chávez con un gran sentido de la intersección del tiempo y la oportunidad y la vocación del cambio, ha llamado generación del bicentenario; hay que darnos cuenta que no hubiera existido sin las redes sociales y el extraordinario avance de la digitalización, y sin movimientos en el mundo entero y, acá, sin la primera protesta por la llamada Ley Pulpín, luego los movimientos feministas y la conciencia de que hay derechos de las minorías que han sido olvidados.
-Estos movimientos no están relacionados a partidos, son grupos con identidades que se han afirmado en la protesta y producen significados nuevos.
Sí, por supuesto, frente a lo que podríamos llamar una crisis de las significaciones simbólicas que nos unen como sociedad, porque fue una crisis por un proceso lamentable de desinstitucionalización, aparecen otras propuestas de institucionalización, muy basadas en perspectivas identitarias. Creo que es importante que una perspectiva que tenga en cuenta las identidades tenga un espacio pero también que sea una perspectiva que entienda que una movilización ciudadana no es solo la movilización de un conjunto de identidades, sino la movilización de un deseo de orden político que acoja y pueda representar esta pluralidad que somos.
-Muchos de esos grupos o colectivos, como las barras deportivas, o los skaters, gamers, por primera vez se han manifestado políticamente y han marchado.
Perfecto, entendamos que no son jóvenes que no quieran la política sino cierta manera de hacer política y están contra eso. Si atendemos a una distinción que conoce los que trabajan esto hay que diferenciar ‘lo político’ de ‘la política’. Lo político es cualquier acto que tiene que hacer con un orden en la convivencia; la política es aquello que se juega dentro de un sistema acotado para hacer política. Pero los jóvenes dicen eso que se ha acotado para hacer política los excluye y permite que los que están haciendo la política crean que son dueños de ella. Por mi edad y mi experiencia creo en la enorme importancia de los partidos políticos pero creo también que los partidos tienen que estar a la altura de la política. Sin los partidos no se puede hacer política, pero si los partidos creen que la forma de hacer política que han venido empleando es válida, creo que vamos a llegar a un callejón sin salida. Nuestra tarea es encontrar salida a esto, y la salida es escuchar lo que dice la juventud. Esto puede parecer un juego de palabras pero es más que un juego: se dijo que el Perú era una república sin ciudadanos, luego que era más bien una colección de ciudadanos sin república, yo creo que estas marchas son de los ciudadanos jóvenes en pos de una república. Mi esperanza es una ciudadanía en búsqueda de república. Si los jóvenes han sido los protagonistas estelares también he visto familias enteras. Voy a robarme una frase que repite Francisco Sagasti: ‘he visto jóvenes de todas las edades’.
-Estos jóvenes en busca de república, mantienen la desconfianza en los políticos, que no son bienvenidos cuando se asoman a las marchas. He ahí el vacío de representación.
También hay una desconfianza brutal que tenemos que superar. Sino construimos confianza no vamos a salir para nada de esta crisis. En estos momentos hay una fuerte presencia de un reclamo por una nueva constitución. Estoy acostumbrado a tratar de entender cuál es la demanda detrás de un reclamo. El reclamo es la manifestación tangible de algo más profundo. Muchas veces la violencia es el síntoma de algo más profundo y tenemos que ir a lo profundo que explica esa violencia.
Mira: Los jóvenes de la generación del bicentenario.
-El que pide cambio de constitución está pensando en algo más profundo que cambiar el capítulo económico.
Si no nos damos cuenta que este puede ser un momento ‘instituyente’ y no todavía ‘constituyente’, sino vemos detrás de este movimiento donde la rabia, la bronca, la indignación está en la primera línea de los afectos; no saldremos de lo ‘destituyente’ para entrar en lo ‘instituyente’ y que la sociedad peruana reflexione cómo quiere ser. Cuando sepamos cómo queremos ser, podremos plasmar esto en una constitución nueva que sea el punto de partida de una transformación.
-Si nos concentramos mucho en los jóvenes, nos olvidamos de que tienen familia que no ha estado ausente en las protestas. A diferencias del mundo desarrollado en que suelen ser independientes, la mayoría vive con sus padres.
Es un punto central. Sino entendemos que son la avanzada de algo que es una demanda de la sociedad en su conjunto, que se expresó vía los jóvenes en una suerte de marea destituyente; no vamos a poder crear los cauces que permitan que esta potencialidad de transformación llegue a un verdadero cambio. Se trata de hacer un esfuerzo inmenso de reflexión. Quienes propician la polarización están haciendo un daño muy grande. Guillermo Nugent me hizo ver que solemos decir ‘en los lugares más remotos del país’. Eso serían las antípodas. En esa frase, sin darnos cuenta, decimos que el país somos nosotros, un reconocimiento sin conocimiento. Necesitamos saber que el país es todo. Cuando en el AN hacemos reuniones con las regiones, ahora por Zoom, decimos ‘señores, el país tienes que pensar en todas sus regiones, pero por favor en cada una de las regiones piensen que el país no es solo la región’. Es una tarea inmensa, pero por las circunstancias que hemos vivido, Sagasti está en la presidencia y pongo las manos al fuego por él.
-Conociéndolo, ¿auguras que no va a buscar la confrontación, como sí lo hizo Vizcarra?
Quiero abstenerme de pronunciarme sobre el expresidente porque creo que también impulsó algunas cosas importantes. Sí creo que el haber sacado la bicameralidad del referéndum no le hizo bien al país. Tuvo un estilo confrontacional pero tampoco era que el congreso, el anterior y este, careciera de una vocación confrontacional. A la hora de salir del Congreso vi que Francisco se acercó a todos los parlamentarios presentes, y con todos tuvo un intercambio amable. También sé que en el Congreso, la gente percibe que hay algo grave, que está en juego el respeto al congreso como institución esencial.
-Entonces, ¿habrá un momento instituyente en el AN donde se sentarán algunos jóvenes en la mesa?
Algo más que eso. Acabamos de tener una importante reunión con una institución. Hay más de 500 organizaciones juveniles y tenemos que pensar cuáles son las representativas. Esta irrupción juvenil es de gente que no tiene instituciones formales pero que ha creado instituciones en el sentido de pautas de relación y cercanía con identidades múltiples. Hay que tratar de entender al joven que se siente marginado. Y aquí sí está el problema de familias que no entienden a los jóvenes. Cuando hablo de un vastísimo proceso, es porque tenemos que hacer una reflexión que tome en cuenta todo esto. Si no nos involucramos no va a pasar nada, vamos a estar divididos de nosotros mismos. Las apelaciones permanentes a judicializar la política, los pedidos permanentes al TC, las discusiones entre constitucionalistas que parecen tener razón los dos aunque planteen cosas diametralmente opuestas; nada de eso le hace bien al país. El TC tiene que estar por encima de la política y una cosa es que el MP cumpla su tarea y otra cosa es que haga política al cumplir su tarea.
-O sea, ¿no solo habrá un esfuerzo por sentar a los jóvenes en el AN sino por pensar en la juventud como tema esencial?
La sociedad es multigeneracional, no solo multiétnica; los jóvenes actuales pasan y dejarán de serlo. Ellos son quienes encarnan el futuro pero también muchos de los que hasta ayer fueron jóvenes ya no lo son. Hay que pensar para los jóvenes más que para los que representan a los jóvenes.