La publicación este domingo de la primera encuesta de Ipsos para la segunda vuelta ha dejado en claro que Pedro Castillo parte con una ventaja considerable sobre su rival Keiko Fujimori. Si bien era posible anticipar que Castillo asomara primero en este sondeo, sin duda han llamado la atención los 11 puntos de distancia entre ambos, así como el 42% de apoyo a Castillo, que establece un punto de partida alentador para su candidatura. Los desagregados de la encuesta también sugieren, en ese sentido, que Keiko Fujimori tendrá que bregar duramente si no quiere perder una segunda vuelta por tercera vez consecutiva.
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Un punto llamativo en esa línea es que, más que antifujimorismo, lo correcto sería hablar ya de antikeikismo. El antifujimorismo fue una fuerza muy poderosa en el Perú que evitó que Keiko Fujimori alcanzara la presidencia en dos ocasiones, en el 2011 y en el 2016, y en esa última ocasión, por un puñado de miles de votos. Prácticamente la mitad del país estaba dispuesta a votar por Keiko Fujimori teniendo al frente a Ollanta Humala, primero, y Pedro Pablo Kuczynski, luego.
Es significativo, entonces, que ese número aparezca hoy, a seis semanas de las elecciones, bastante lejano. Lo vimos en el voto de castigo de la elección congresal del 2020, y lo seguimos viendo hoy. La ciudadanía recuerda muy bien la infame performance de los 73 fujimoristas del 2016 en adelante y eso le está costando muy caro hoy a su lideresa, al punto que un 55% de encuestados continúan asegurando que definitivamente no votarán por ella. Eso, como destacó Gonzalo Banda en reciente entrevista a este Diario, es cosecha propia, y se erige como la principal barrera entre ella y la presidencia.
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Un segundo punto a destacar es que lo que antes era un voto leal al fujimorismo, y en cierta medida un voto de defensa al modelo económico que, por ejemplo, evitó un triunfo de Humala en el 2006, se quebró. En la encuesta, Castillo aparece ganando en el norte por un margen similar al nacional, y puede reafirmar algo que ya vimos en la votación de primera vuelta. En Piura, por ejemplo, Keiko termina primera pero con un hoy modesto 25%, mientras que Castillo es tercero con 10%. En Ica, el fujimorismo apenas superó por un punto y con porcentajes desalentadores (15% a 14%) al lápiz de Perú Libre. Los bastiones que más se beneficiaron de políticas económicas de apertura a mercados exteriores habían ya dado un clarinazo de alerta cuando estallaron protestas sociales en diciembre del año pasado tras veinte años de ser un oasis en medio de la conflictividad social que definió a buena parte del país en el mismo período. He allí otra gran diferencia con el votante del 2011 y el 2016.
Para no pecar de deterministas, hay que recalcar que seis semanas antes de las elecciones de primera vuelta el escenario era muy distinto al del 11 de abril. Hay una campaña política en marcha y muchas cosas pueden pasar, pero es innegable que hay condiciones más favorables para Castillo que para Keiko hoy, a mediados de abril. Y más que la aprobación de Mario Vargas Llosa, hay un votante de elecciones pasadas que la candidata tendrá que recuperar para tener chances de competir contra Pedro Castillo.