Ya sabemos que el indicador R tiene que ser menor a 1 para que el número de contagiados baje y la pandemia se extinga. Pero el experto Ragi Burhum sostuvo el martes que “empezamos el 24 de abril con un R de 1,5 y esto se ha mantenido constante. A menos que se implementen restricciones mucho más agresivas en la siguiente semana, vamos a entrar en un problema, ya que R se va a disparar fácilmente a su valor natural”.
Esas restricciones no se han implementado. Increíblemente hasta ahora el Gobierno no ha adoptado medidas eficaces de ordenamiento en los mercados y la repartición de víveres a cargo de las municipalidades fracasó hace tiempo.
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Por lo tanto, la apertura gradual de la economía y el levantamiento de la cuarentena tienen que venir acompañados de estrategias mucho más inteligentes y certeras de contención de la pandemia, si no queremos que esta rebrote asoladoramente. Más aún considerando que los exagerados protocolos solo podrán ser cumplidos por empresas grandes o solo servirán para la extorsión. Hay que difundir normas de prevención sencillas que las medianas, pequeñas y microempresas puedan adoptar.
La estrategia inteligente fue lanzada recién el 14 de abril: Te Cuido Perú, a cargo del Ministerio de Defensa, que busca aislar y abastecer con alimentos y cuidados a los contagiados y sus familias para que no salgan ni a comprar, a fin de cortar la cadena de contagios. Tendrían que alimentar a las familias de los contagiados de los últimos 14 días, que son más de 30.000. El martes solo lo habían hecho con 850, pues Indeci recién recibió el presupuesto para comprar los alimentos ¡hace cuatro días, casi tres semanas después! Ahora puede abastecer a 1.000 familias diarias. Muy lento todavía. Tiene que incrementar sustancialmente su capacidad. Es de vida o muerte.
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Burhum y el equipo de prospectiva plantean, además, pasar a partir del lunes a una estrategia territorial, decretando cuarentenas en regiones y distritos que tengan un R superior a 1,5, a fin de concentrar en ellos los recursos (alimentos, pruebas, ajuste de mercados, etc.). Ricardo Fort y Álvaro Espinoza de Grade cuentan con instrumentos satelitales y de inteligencia artificial para focalizar aun mejor: no el distrito entero, sino los barrios más descontrolados. Cuando el R sea menor a 1, se levanta la medida.
Lo idóneo sería decretar en esos barrios que ninguna familia pueda salir de sus casas por dos semanas, llevando a sitios acondicionados a las más hacinadas. Para ello, debe llevarse alimento y agua a las casas, sin falta. Juan Infante propone que quienes se encarguen de distribuir las canastas y hacer vigilancia sanitaria primaria sean brigadas de jóvenes de la localidad. No los alcaldes, por supuesto. Jóvenes escogidos por la propia comunidad o las organizaciones vecinales, por manzanas. Los jóvenes son más sanos y tienen más energía para llevar paquetes a los cerros. Y vigilarán que nadie salga. Los comedores populares no son opción: los que quedan activos están en manos de señoras mayores de 60 años. Y debe hacerse una compra centralizada de alimentos, que las propias empresas entreguen a las brigadas.
Las soluciones tienen que estar en manos de la sociedad. El Estado no es capaz.
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