Martin Hidalgo y Alejandro Boyco
Ha pasado un año desde la disolución del anterior Congreso y el escenario de crispación política parece ser el mismo. Pese a que hay una nueva representación parlamentaria, la confrontación entre poderes del Estado continúa. Diversos politólogos coinciden en que el jefe del Estado, Martín Vizcarra, se equivocó al no trabajar en la construcción de un bloque de aliados en el Poder Legislativo.
Mauricio Zavaleta sostuvo que ya no tenemos un Congreso con una bancada mayoritaria que se presente como oposición principal al Ejecutivo, pero sí una representación que dificulta el trabajo oficialista, de manera menos coordinada, pero con muchos intereses que terminan obstaculizando.
“Ejemplo de ello es el proyecto del retiro de fondos de la ONP o el intento de vacancia presidencial. Hay un cambio de actores, pero las dinámicas propias del sistema peruano y el cortoplacismo de nuestros políticos hacen que se siga manteniendo el impasse entre un Ejecutivo sin representación parlamentaria y un Legislativo con objetivos muy de corto plazo”, explicó a este Diario el autor del libro “Coaliciones de independientes” (2014).
Para la politóloga Milagros Campos, la lección aprendida en este último año es que el diálogo entre el Ejecutivo y el Legislativo debe ser la mejor herramienta para llegar a acuerdos evitando escenarios de crisis que conduzcan a decisiones como la disolución del Parlamento.
—Reglas informales—
Campos, una de las personas que más sabe sobre el Congreso, señaló que la disolución develó una serie de vacíos constitucionales. “Debemos precisar que se trata de una norma excepcional que solo puede decidirse con acuerdo del Consejo de Ministros, una sola vez durante el mandato, y creo que deben preverse los alcances y control de los decretos de urgencia que se dicten durante el interregno parlamentario”, dijo.
Desde una visión más política, Eduardo Dargent apuntó que, tras este último año, nadie que esté postulando a la presidencia debe pensar en ganar con una minoría. “Debe pensar en llegar con una bancada grande para disminuir la posibilidad de vacancia. Los políticos se han acostumbrado a ganar con una serie de reglas informales basadas en hablar poco, lanzarse tarde, esperar a que su popularidad los lleve a segunda vuelta y ganar ahí. Esos son los incentivos de un sistema tan fragmentado y llevan a un gobierno de conflicto”, anotó el politólogo.
Este “gobierno de conflicto” al que alude Dargent tiene culpables tanto en el Ejecutivo como en el Legislativo. En ese sentido, Zavaleta refirió que los parlamentarios ven en el Ejecutivo un espacio al cual golpear se vuelve muy fácil, sobre todo en un contexto como el de la pandemia. Mientras que el Gobierno tiene que dejar de ver al Parlamento como una especie de enemigo al cual tiene que vencer.
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