El Palacio de la Juventud, en Lima Norte, se convirtió en el escenario perfecto para el cierre de la Caravana Navideña de Coca-Cola. A las 6:00 p.m. dio inicio el último recorrido de esta esperada tradición, que llevó alegría a miles de corazones al recorrer las avenidas Universitaria, Palmeras y Carlos Izaguirre hasta llegar al centro comercial Mega Plaza.
Desde temprano, la emoción era palpable. Al ser la última fecha, la concentración de público fue aún más masiva. Personas de todos los rincones de Lima Norte, como Comas, Callao e incluso Chorrillos, se dieron cita para ser parte de esta fiesta. Muchos, cargados de nostalgia, llevaron adornos y coleccionables de ediciones pasadas de Coca-Cola, mostrando su cariño por la marca y por la tradición que, año tras año, llena de magia la ciudad.
Niños, jóvenes y adultos se agolpaban en las calles, esperando con los ojos brillantes la llegada de los icónicos camiones rojos. Aunque la estrella de la noche fue, sin duda, el oso blanco de Coca-Cola, Papá Noel y los duendes mágicos también recibieron una ovación cálida. A lo largo del recorrido, se veían familias reunidas, sonrisas y selfies con los camiones, mientras el espíritu navideño invadía las avenidas. La emoción se desbordaba, y cada paso de la caravana era celebrado con entusiasmo, como un recordatorio de que la Navidad está hecha de pequeños momentos de felicidad compartida.
Al llegar a Mega Plaza, el ambiente alcanzó su punto culminante. Los asistentes del centro comercial y todos los que seguían el recorrido se reunieron en el patio de comidas, donde comenzó el esperado show navideño. La animación estuvo a cargo de Paolo Manyari, quien, con su energía y calidez, presentó a los personajes de Coca-Cola y animó a todos a vivir la Navidad con todo el corazón.
La noche fue mágica. En medio de la música, las luces y el aire festivo, se sintió el cariño y el recibimiento de los vecinos del norte de Lima. El público despidió a los personajes de la caravana con la promesa de volver a verlos el próximo año, pero, sobre todo, con la certeza de que el espíritu navideño, tan lleno de generosidad y esperanza, seguiría vivo en cada uno de ellos.
Al finalizar el show, se invitó a todos a “sacar el Santa que llevan dentro” y a difundir la bondad y alegría que caracterizan a este entrañable personaje. Más allá de los camiones, los osos y las luces, la verdadera magia de la Navidad reside en esos pequeños gestos de amor y generosidad. Así, entre sonrisas y abrazos, la Caravana Navideña de Coca-Cola se despidió, dejando en todos la promesa de un próximo encuentro lleno de magia, esperanza y unión.
Reportaje publicitario