Con el paso de los años, muchos experimentan la sensación de que el tiempo se acelera, como si los días se desvanecieran en un abrir y cerrar de ojos. Este fenómeno no es solo una ilusión, sino un cambio real en nuestra percepción del tiempo, influenciado por factores psicológicos y biológicos. A medida que asumimos más responsabilidades y nuestras vidas se vuelven más complejas, nuestro sentido del tiempo se distorsiona, y lo que una vez nos parecía una eternidad ahora se reduce a breves instantes. Expertos de diversas disciplinas han dedicado sus esfuerzos a estudiar este intrigante fenómeno, buscando comprender por qué el tiempo parece acelerarse a medida que envejecemos y cómo podemos influir en esta percepción.
¿POR QUÉ SENTIMOS QUE EL TIEMPO PASA MÁS RÁPIDO MIENTRAS ENVEJECEMOS?
Adrian Bejan, profesor de ingeniería mecánica en la Universidad de Duke, propone una fascinante teoría sobre por qué el tiempo parece acelerarse a medida que envejecemos. Según Bejan, la clave está en la forma en que nuestro cerebro procesa la información visual. A medida que envejecemos, las redes neuronales que se encargan de esta tarea se vuelven más complejas y extensas. Esta mayor complejidad ralentiza la transmisión de señales eléctricas entre las neuronas, lo que, a su vez, disminuye nuestra capacidad para procesar imágenes de manera rápida y fluida. Es como si el cerebro viera el mundo a través de menos “fotogramas por segundo”, lo que crea la ilusión de que el tiempo pasa más rápido.
Por otro lado, Cindy Lustig, profesora de psicología en la Universidad de Michigan, argumenta que la percepción del tiempo está estrechamente ligada a la formación de recuerdos. En la infancia, la abundancia de experiencias nuevas genera recuerdos más vívidos y detallados, lo que hace que el tiempo parezca más extenso. En contraste, en la edad adulta, la falta de novedades y la rutina hacen que los días se mezclen en nuestra memoria, creando una sensación de que el tiempo se acelera. Lustig explica que los períodos llenos de eventos marcados se sienten más largos en retrospectiva porque cada evento individual deja una huella distintiva en nuestra memoria.
¿DE QUÉ TRATA LA PROPORCIÓN RELATIVA DEL TIEMPO Y QUÉ DICEN LOS ESTUDIOS?
El concepto de proporción relativa del tiempo ayuda a entender por qué sentimos que el tiempo pasa más rápido a medida que envejecemos. Para un niño de cuatro años, un solo año es una fracción significativa de su vida, representando un 25%. Sin embargo, para un adulto de 40 años, ese mismo año es solo el 2.5% de su existencia. Esta diferencia de proporción hace que los primeros años de vida se perciban mucho más largos que los períodos posteriores, ya que ocupan una mayor parte de nuestra experiencia vital.
Estudios recientes, como uno realizado en la Universidad Liverpool John Moores, respaldan esta percepción. En una encuesta realizada en el Reino Unido, la mayoría de los participantes coincidieron en que la Navidad parecía llegar cada vez más rápido. De manera similar, en Irak, se observó que el Ramadán también se percibía como si pasara más rápido con el tiempo. Estos estudios revelan que este fenómeno de aceleración del tiempo no es solo una experiencia personal, sino un fenómeno culturalmente extendido, aunque con algunas variaciones dependiendo del contexto.
¿QUÉ ESTRATEGIAS REALIZAR PARA DESACELERAR EL TIEMPO?
Para desacelerar la sensación de que el tiempo pasa rápidamente, es fundamental romper la rutina diaria. Los expertos sugieren que al introducir novedades, como nuevas actividades o experiencias sorprendentes, el cerebro puede generar recuerdos más ricos y duraderos, lo que amplía la percepción del tiempo. Pequeños cambios, como caminar por rutas distintas o probar hobbies desconocidos, tienen el poder de hacer que los días se sientan más largos y llenos de significado.
Además, la práctica de la atención plena o mindfulness puede ser una herramienta eficaz. Al enfocarse completamente en el presente, las personas pueden reducir la prisa mental por el futuro o la nostalgia por el pasado, mejorando así la calidad de la experiencia. Esto permite que los momentos sean más conscientes y enriquecedores, lo que, en última instancia, ralentiza la percepción del paso del tiempo y da un mayor sentido a las vivencias cotidianas, según informa Infobae.