Desde mucho tiempo atrás y en múltiples ocasiones los libros han sido insumo fundamental para grandes películas y series de televisión. Adaptarlos resulta un ejercicio retador, no solo porque se aspira a cumplir mínimas expectativas de quienes ya los leyeron, sino también motivar a aquellos que todavía no lo hicieron a correr hacia la librería más cercana en su búsqueda.
El surgimiento y actual auge del streaming muy probablemente intensificó esta relación de interdependencia entre las historias en papel y los distintos formatos audiovisuales. Y si hablamos de la industria en castellano, España encabeza esta cadena de esfuerzos por ‘adaptar para masificar’. Ejemplos hay muchos, aunque dos sumamente exitosos podrían ser “Fariña” y “Patria”.
La primera, producida por Atres Player y estrenada en 2018, toma como base la crónica del mismo nombre que el periodista español Ignacio ‘Nacho’ Carretero publicase bajo el sello Libros del K.O. en septiembre del año 2015. En diez episodios fuimos testigos de cómo los capos del contrabando de tabaco en Galicia se insertaron –primero a regañadientes y luego con goce y salvajismo—en el tráfico de drogas. La serie tenía como protagonistas a Sito Miñanco (Javier Rey), apodado el ‘Pablo Escobar gallego’ y a su cazador, el inspector Darío Castro (Tristán Ulloa).
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Dos años después, HBO lanzaría su primera gran apuesta en el mercado español: “Patria”, serie de ocho episodios basada en el best seller del mismo nombre publicado por el autor vasco Fernando Aramburu bajo el sello Tusquets allá por 2017. La serie aborda, con un nivel de dramatismo notable, cómo dos familias vecinas pasaron del cariño al odio en medio de los momentos más aciagos del terrorismo que encabezó ETA en la España de la segunda mitad del siglo pasado.
Aunque en distinta magnitud, ambas adaptaciones posibilitaron que los libros en los que se basan se abran camino entre miles de nuevos lectores. “Fariña” tuvo muchas nuevas reimpresiones, un cómic y hasta una obra de teatro. A su turno, la novela de Aramburu, con más de 1.2 millones de ejemplares vendidos (mega cifra para literatura en español), se ha posicionado como referente mundial cuando se trata de analizar las fracturas que el terror puede causar en una sociedad.
En la línea de estas dos novelas exitosas, aunque con algunas diferencias imposibles de soslayar, se encuentra “La chica de nieve”. Estrenada hace unos días en Netflix, la serie de seis capítulos tiene como base la obra del mismo nombre que el escritor Javier Castillo publicara en 2020 a través del sello Suma de Letras (Penguin Random House).
Dirigida por David Ulloa y Laura Alvea, esta propuesta inicia contando la desaparición de Amaya Núñez, una niña de seis años que, durante una fiesta local en Málaga, se desprende de la mano de su padre, Álvaro (Raúl Prieto), y termina fuera de su alcance y del de su madre, Ana Núñez (Loreto Mauleón). El incidente de la desaparición desata una urgente y compleja búsqueda en medio de una lluvia torrencial y una plaza plagada de lugareños y turistas.
Con episodios de casi una hora de duración, la serie producida por Atómica Films presenta algunas líneas narrativas que son fácilmente apreciables. Al drama personal de los padres buscando a su hija se le suma la autoridad, representada por la detective Millán (Aixa Villagrán) y su compañero Chaparro (Marco Cáceres). Ambos responden a oficiales superiores que, incapaces de brindarles las condiciones de trabajo requeridas, les exigen resultados lo suficientemente rápidos como para calmar a la opinión pública y los medios de comunicación.
Este último sector está muy bien representado por la periodista Miren Rojo (Milena Smit) y su ‘maestro’ y colega Eduardo (José Coronado). La primera, tal vez la gran protagonista de la serie de Netflix, asume el caso de la desaparición de Amaya como propio por una razón fundamental: su propia historia personal. Imaginar que Amaya está expuesta a los mismos hechos de los que ella fue víctima son una especie de combustible para llevarla a trabajar 24/7 en dicho caso.
Si tenemos padres, policías y periodistas, “La chica de nieve” presenta, además, una serie de villanos con un pie en el turbio presente. No se precisa avanzar mucho en esta serie para darnos cuenta de los temas oscuros que flotan en su atmósfera: abuso contra la mujer, pedofilia, trata de personas, pornografía infantil, machismo, etc. Todos, por supuesto, en un contexto social particularmente delicado para las mujeres (en más de una ocasión se mencionan cifras de violencia de género en España, aunque claramente estas podrían extrapolarse al Perú).
Es en este contexto complejo que Miren va evolucionando. De estudiante de los últimos años de universidad a reportera de investigación hecha y derecha. Lo primero que toca decir aquí es que la interpretación que Milena Smit hace de su personaje es satisfactoria. Se nos hace convincente verla interpretando a una mujer que vive permanentemente atormentada por su pasado, el cual solo parece dispuesto a evaporarse encontrando justicia y evitando que otras sufran lo mismo. Aunque lo comprensible tal vez hubiera sido ver a una Miren aislada, lo cierto es que la trama le brinda cierto aire al lado de un reportero experimentado y profesor idealista como Eduardo.
Hasta aquí queda claro que la mujer es el eje central de esta historia. Ya sea por la niña desaparecida, su madre, por la reportera de investigación, por la detective, o por Iris Molina (Cecilia Freire), personaje clave en el último tercio de la serie; son las féminas quienes tienen sobre sí los reflectores siempre. En ese sentido, como resulta lógico, los hombres tienen en “La chica de nieve” un rol más bien de acompañamiento (si es que no hablamos de los villanos, claro), como el padre, el detective Chaparro, el periodista ‘mentor’ y, finalmente, el esposo de Iris.
Aunque es un thriller lo suficientemente oscuro y ágil para mantener la atención, “La chica de nieve” no es perfecto. Probablemente su principal punto flaco son los saltos temporales. La serie pasa del momento del secuestro a seis años después, para luego retornar y finalmente volver a avanzar. El recurso puede resultar útil en los primeros episodios, pero en el camino se convierte en un obstáculo que exige nuestra máxima atención.
En esa misma línea podríamos mencionar que conforme vamos descubriendo quiénes están realmente detrás del secuestro de Amaya, la serie de sub historias que rodearon a los ‘villanos’ se van poco a poco desvaneciendo. No porque carezcan de un final (por ejemplo, los pedófilos siendo asesinados o suicidándose), sino porque poco se ahonda en desentrañar las circunstancias de sus crímenes y quiénes sostienen desde el poder el asqueroso ‘sistema’ del que son parte.
Volviendo a los aspectos positivos, la serie de Netflix acierta no solo al presentarnos a una protagonista como Miren, que es capaz de crecer desde el dolor para hacer justicia y evitar el sufrimiento de sus iguales, sino también porque nos presenta una serie de personajes como la oficial Millán que, aún en sus limitaciones (muy propias de un funcionario público) merecen la categoría de héroes anónimos contemporáneos. Así pues, cuando esta es humillada por los desesperados padres de Amaya o por la temperamental reportera Miren, nadie se preocupa por conocer que en todos esos años de búsqueda la agente ha dejado parte de su vida en pos de la verdad.
“La chica de nieve” es una serie trepidante, a ratos estremecedora, con personajes correctamente sustentados y con temas ciertamente vigentes. No llega a colocarse en el mismo nivel de “Fariña” o “Patria” (ambas fueron capaces de tocar de forma magistral temas que marcaron terribles épocas en Galicia y el País Vasco, respectivamente), pero sí ostenta los argumentos mínimos que la hacen un producto convincente y capaz de lograr aquello que mencionamos al comienzo de esta nota: una motivación real para hacernos correr a la librería a buscar su versión original.
LA CHICA DE NIEVE/ NETFLIX
Director: David Ulloa, Laura Alvea
Reparto: Milena Smit, Lorena Mauelón, Álvaro Prieto, Aixa Villagrán, Tristán Ulloa
Sinopsis: Cuando una niña desaparece durante un desfile en Málaga, una joven periodista se propone firmemente ayudar a sus padres a encontrarla.
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