Como si se tratase de un aplicado estudiante, Bradley Cooper ha sabido esperar con paciencia el paso del tiempo, pero, sobre todo, formarse en lo que parece interesarle muy por encima de todo: la dirección de cine. El nacido en Filadelfia hace 48 años tiene en “Maestro” una prueba de ello.
Diez años después de protagonizar la taquillera “Francotirador” –basada en la agitada vida de Chris Kyle, SEAL de la armada estadounidense que acabó con 255 objetivos durante la Guerra de Irak--, y tras cinco de su debut como director en “Ha nacido una estrella” (con la entonces también debutante actriz Lady Gaga), su evolución es evidente.
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En la película de guerra dirigida por Clint Eastwood, Cooper da vida a un muchacho natural de Texas que, formado en el compromiso de defender a los demás, termina enlistándose para servir a su país. Entre exigentes entrenamiento y las primeras misiones, Kyle conoce a Taya (Sienna Miller), mujer que lo acompañará en su crecimiento hasta convertirse en el francotirador récord de su país. Pero no todo podía ser bueno, el sometimiento a altos niveles de estrés durante sus campañas genera terribles secuelas en su salud emocional, repercutiendo en su ámbito familiar.
La tercera adaptación de “Ha nacido una estrella” tiene un tono distinto. Aquí estamos frente al retrato de dos vidas paralelas que en algún momento se cruzan para sacar lo mejor (y lo peor) de sí. Cooper –debutante director—es Jack Maine, un músico lastrado por el alcoholismo, la drogadicción y la depresión. Gaga es Ally Campana, una artista de cabaret que, opacada por sus inseguridades, parece alejada de sus sueños de grandeza. Hasta que ambos se conocen.
“Francotirador” es una muestra fiel de aquel Cooper, digamos, inicial, con responsabilidades a nivel mediano (el rol del veterano de guerra atormentado por sus recuerdos no es nada nuevo en la pantalla, aunque Eastwood lo lleva al límite). Lo contrario ocurre con la cinta coprotagonizada junto a Gaga en 2018. Estamos frente a mucho más que una historia de amor con rock de fondo, pantalones y sombreros vaqueros por doquier. El filme es un recorrido de ida y vuelta por lo más delicado y a la vez lo más oscuro de la humanidad: el éxito, la felicidad, pero también la impotencia y el dolor, brotan permanentemente en sus poco más de dos horas de duración.
Casi cinco años después de ese debut como director, Cooper concreta en “Maestro” una propuesta más ambiciosa, aunque menos comercial: llevar a la pantalla la vida del legendario músico estadounidense de origen judío Leonard Bernstein. Obsesionado primero con la dirección de orquesta y luego con la relación entre Lenny –como se le conocía al compositor fallecido en 1990—y su esposa, la actriz de origen chileno Felicia Cohn Montealegre, el joven cineasta tomó una serie de decisiones que a la postre lucen correctas. La primera, acompañarse de lumbreras. La segunda, enfocarse en lo específico. Y la tercera –y la más importante—ceder el protagonismo a su compañera, Carey Mulligan.
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Si ya firmar un guion con Josh Singer es importante, llevar como productores a nada menos que Steven Spielberg y a Martin Scorsese garantiza, por lo menos, la seriedad del proyecto. Por otro lado, si a cualquiera de nosotros le basta revisar en Google para encontrar las decenas de logros de Bernstein como director de orquesta, Cooper parece no haberse hecho problemas: había que priorizar en los pequeños detalles vinculados a su vida familiar, pero sobre todo a su personalidad avasalladora entre grandes presentaciones públicas y escapadillas con apuestos galanes.
No estamos frente a una película precisamente corta. “Maestro” –estrenada en Netflix el 20 de diciembre y unos días antes en cines seleccionados—sobrepasa las dos horas de duración. Sin estructura lineal, el largometraje inicia a colores mostrándonos a un envejecido Bernstein brindando una entrevista televisiva en la que ahonda sobre su querida esposa Felicia. Al rato, todo se torna blanco y negro y retrocedemos hacia 1943, cuando Lenny –acostado con un ocasional amante (David Oppenheim/Matt Bomer), recibe un intempestivo llamado telefónico: debe sustituir al indispuesto director de la filarmónica neoyorquina.
Todas las puertas que se abren luego de esta primera gran oportunidad en el Carnegie Hall, Bernstein las cruza junto a Felicia, interpretada magistralmente por Carey Mulligan. El director Cooper condensa con meridiana sutileza todas las etapas del amor. Desde el enamoramiento hasta la pasión, pasando por la complicidad y las promesas, pero también por las dudas y las decepciones.
Aun en tono blanco y negro, la pareja parece dispuesta a no ocultar secretos. La bisexualidad del compositor de la mítica “West Side Story” inicialmente no encuentra escollos. Y la honestidad y comprensión de Felicia resultan tan genuinas, que cuando –ya con la imagen en colores—Lenny se escapa hacia la azotea de una reunión junto a un apuesto joven, y ella siente celos, resulta inevitable sentir una sensación cercana al: ¿cómo pudimos imaginar que esto no pasaría?
Pero “Maestro” es también diálogos. Algunos sensibles y sentimentales como: “Hueles a mi padre. ¿Soy rara? De niña adoraba poder envolverme en su gabardina cuando llegaba en la noche del trabajo. Su aroma me embriagaba. Y siempre lo he asociado con sentirme a salvo”. Y también otros, bañados de humanidad como: “Tengo dos factores que me salvan. Uno es que amo a las personas y amo la música (…) me deprimo mucho, pero soy trabajador y eso me mantiene a flote. Amo tanto a las personas que no sé cómo estar solo”.
Tal vez mucho más que una película musical, o el biopic de un genio como Bernstein, “Maestro” es fundamentalmente un notable drama con elementos bien pensados por su perceptivo director. La polémica por la prótesis de nariz que usó Cooper se cae rápidamente cuando vemos cómo cada caracterización –Lenny joven vs. Lenny viejo o Felicia joven vs. Felicia vieja (y además enferma)—sobresale de forma inobjetable. Aunque algunas escenas parecen extenderse demasiado (como el desplazamiento de un automóvil abandonando el estacionamiento de una casa), hay otras (cuando los protagonistas se apoyan mutuamente en sus espaldas sentados sobre un verde jardín) cuya duración se fundamenta en la necesidad de retratar aquel misterio universal que tal vez no lo es tanto: en la mezcla de los momentos malos y los buenos se sostiene el amor verdadero.
Porque se rodeó de gente capacitada para seguir un proyecto ambicioso, y los resultados están a la vista. Porque supo delimitar con exactitud qué mostrar y qué no en un retrato que podía tornársele inacabable. Pero sobre todo porque dejó que su co-protagonista ilumine con su talento los momentos más duros y conmovedores de la historia, “Maestro” es la mejor prueba de cómo Bradley Cooper ha evolucionado a lo largo de la última década, convirtiéndose tal vez en candidato a sucesor de aquellos experimentados colegas en los que hoy se apoya.
MAESTRO/NETFLIX
Sinopsis: Sigue la compleja historia de amor de Leonard Bernstein y Felicia Montealegre; desde el momento en que se conocieron en 1946 en una fiesta, pasando por dos compromisos, un matrimonio de 25 años y tres hijos.
Director: Bradley Cooper
Elenco: Bradley Cooper, Carey Mulligan, Matt Bomer, Michael Urie, Greg Hildreth
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