Lo primera reacción al saber de una película sobre secuestros y rescates es dar un paso atrás. El cine ha recurrido tantas veces a historias de ese tipo que tal vez queda poco por innovar al respecto. No obstante, en “No negociable”, la nueva apuesta de Netflix México, que tiene como protagonista a Mauricio Ochmann y como director a Juan Taratuto, los temores –felizmente—quedan poco a poco descolocados. Y esto es lo que intentaremos fundamentar a continuación.
Como uno de los rostros más comerciales de cine, TV y entretenimiento en su país, el actor nacido en Washington D.C. allá por 1987 se ha convertido en la figurita repetida de las cadenas, y fundamentalmente en el streaming. Ensayando una analogía: lo que hoy es Adrián Suar en Argentina (“Jaque Mate”, “Los protectores”, “No puedo vivir sin ti”, etc.), Mauricio Ochmann parece serlo en México. Así pues, a nadie sorprende verlo protagonizando proyectos correspondientes a distintos géneros. Pero la abundancia de roles protagónicos no garantiza siempre resultados de calidad, sino todo lo contrario: te expone a tropiezos.
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Para citar solo dos ejemplos, a fines de 2022, el actor protagonizó “Reviviendo la Navidad”, una película de Mark Alazraki en la que daba vida a Chuy, una especie de ‘Grinch’ de carne y hueso que no creía en dicha celebración hasta que, por arte de magia, descubrió que todos sus próximos días --uno por uno-- serían siempre “el día de Navidad”. Así pues, Chuy estaría obligado a celebrar hasta que entienda el significado de tan importante fecha.
Apenas unos meses después, en 2023, Ochmann coprotagonizó junto a Ana Serradilla una propuesta algo distinta a la arriba mencionada. Bajo la dirección de ‘Pitipol’ Ybarra, el actor que hoy tiene 46 años era Fernando, un hombre sin preocupaciones que se entera de la muerte de su padre, al interior de México. Decide pues, forzado por la circunstancia, viajar al velorio. Allí debe lidiar con su hermana Gabriela (Serradilla), con quien poco a poco –y a bordo de sus viejas motocicletas—irán desentrañando hechos del pasado que creían absolutamente olvidados.
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Ambas películas, con más diferencias que similitudes, demuestran lo que dijimos: al tener una serie de apariciones tan frecuentes, te expones tanto a aciertos como a errores. Aunque ambas propuestas seguramente lograron millones de vistas en los reportes internos de Netflix, no llegaron a convertirse en grandes referentes del cine mexicano actual. Es más, tal vez pocos recuerden sus respectivas tramas a estas alturas. Bueno, un escalón arriba de ambas está “No negociable”.
En la película de Taratuto, Ochmann interpreta a Alan Bender, un negociador de la Policía que tiene en el don de la palabra y el poder de convencimiento (Don Ramón dixit) dos grandes habilidades que le permiten salir airoso de sus complicadas labores. Así –aunque por fuera no lo parezca, porque está caracterizado como un simple estudiante universitario que viste camiseta y zapatillas Converse—se ha convertido en un elemento indispensable de la entidad para la que trabaja. Por si fuera poco, su posible sucesor es intrépido y tartamudo, por lo que su puesto laboral parece no peligrar en absoluto.
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Tal vez ese reconocimiento que logra en su trabajo ha hecho que Alan descuide por completo el otro lado de su vida. Y aquí viene el drama en esta cinta de hora y media de duración: nuestro protagonista no solo está casado (con la psiquiatra Victoria/Tato Alexander), sino que tiene una hija adolescente (Juana/Isabella Arroyo). A ambas mujeres parece arrimarlas cada vez que escucha su celular sonar y, por ende, recibe una nueva misión de rescate.
Hasta aquí hemos conocido un poco sobre el protagonista de la película, sus cualidades, pero también sus más notorios defectos. Todo esto se cruza en un giro de tuerca más que interesante: el imprevisible secuestro de Araiza (Enoc Leaño), el presidente del país, al que, por supuesto, convocarán al mejor negociador de las fuerzas policiales, el descuidado padre Alan Bender, para que intente arreglar las cosas “sin que nada trascienda por redes sociales”.
“No negociable” no es solo la exposición de un secuestrador desquiciado y sus víctimas alrededor de una mesa, mientras el negociador intenta cumplir sus exigencias y a la vez salvar la vida de todos. Hay en el guion de la cinta una propuesta más que interesante: el secuestrador (Vicente/Leonardo Ortizgris) no desea millones de dólares en sus cuentas bancarias, y tampoco ha pedido un jet privado para escaparse con el dinero. Él busca cierta compensación social porque se ha sentido golpeado, más que por el destino, por la autoridad, o por todo lo que esta representa.
La cinta de Juan Taratuto plantea, entonces, una serie de razones con suficiente sustento. El secuestrador trabajó para el Estado y fue separado por una exageración con los procedimientos laborales. Además, su esposa no pudo recibir la atención debida cuando enfrentó una delicada enfermedad. Para Vicente, pues, sus frustraciones personales tienen un solo rostro: Araiza.
A estas alturas, por supuesto, “No negociable” ya ha presentado sus principales argumentos en un camino que fue, digamos, ascendente. Empezó con ciertos toques de humor, encabezados por Ochmann siendo un padre que se pone celoso porque el personal trainer de su esposa carga al perro de la casa sin que este le gruña, y siguió con la propia Victoria, derramándole el café caliente a su esposo en medio de una frustrada terapia de pareja. En el medio, por supuesto, la pequeña Juana, escondida oyendo a su madre dando terapia a la madre de una compañerita del colegio.
En algún momento, sin embargo, la comedia se apaga, el drama toma fuerza y los tintes de thriller hacen su aparición: el secuestrador del presidente exige más y más dinero, mientras Alan Bender parece más solo que nunca en la tarea (su aspirante a sucesor Menéndez no atina una, su jefa está atada de manos porque Vicente no quiere hablar con ella, y hasta el dibujante de la Policía no acierta en los retratos del o de los secuestradore) de salvar a su esposa, porque sí, ella termina en la misma sala donde Araiza debe pagar por sus excesos como presidente de México.
Aunque hemos enumerado una serie de fortalezas, la nueva apuesta de México para Netflix tampoco es perfecta. Hay varios aspectos que no cuadran (¿cómo así esperan que uno crea que un presidente de la República puede estar desparecido por horas sin que nadie lo descubra?), inclusive otros que se descuidan con preocupante facilidad (la niña Juana aparece, desaparece y luego vuelve a aparecer, menoscabando así el aporte final que pudo haber generado a la historia). También hay personajes sin mayor peso específico, desde la jefa de Alan hasta el personal trainer de Victoria.
Pero inclusive estas carencias no pueden opacar que “No negociable” sí logra sostenerse como una propuesta, primero, híbrida y, segundo, efectiva. Desde el lado del thriller, la producción ha hecho todo lo posible para que las cosas parezcan el secuestro de un jefe de Estado. Desde el drama, el rescate sanos y salvos parece ser la única salida para que Alan y Victoria recapaciten y retomen su relación bajo distintos pilares. Finalmente, y en medio de todo esto, Leonardo Ortizgris desempeña un notable papel como el villano (secuestrador), retando por teléfono a Alan, pero sobre todo, pronunciando un discurso creíble: el de la injusticia social y las inequidades no resueltas que algún día se rebelan ante autoridades incompetentes, pero sobre todo corruptas.
NO NEGOCIABLE/NETFLIX
Sinopsis: Alan Binder es un hábil negociador de rehenes, el mejor de México, que pronto se enfrentará al caso más crucial de su carrera cuando el Presidente y su amante son secuestrados. El secuestrador exige negociar sólo con él.
Elenco: Mauricio Ochmann, Leonardo Ortizgris Fernanda Borches, Isabella Arroyo
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